lunes, 5 de julio de 2010

MICRORELATOS II

Al fin unas elecciones, alegría y esperanza. Eso es lo que sentimos todos, una enorme e intensa ganas de reír y gritar que al fin nos visita el político y los representantes de los municipios a elegir. Después de varias semanas esa alegría se transforma en abulia y tristeza, ya no vienen, ya no prometen y ya han dejado de aparecer sus caras macilentas y vulgares en las paredes de los barrios marginales. Y en las farolas de los barrios y municipios prósperos y adinerados, que les molesta que le manchen las paredes con pinturas y carteles. Whintan miraba asustado aquellos carteles con la cara de un hombre de tez blanca y sonrisa falsa, algo que podía averiguar con facilidad cualquier miembro de su etnia, que clasificaban a los humanos según el color de su piel o más bien de la intensidad de su color de piel. Los muy negros eran los de evolución más reciente, eran de clase inferior y debían servir a los de tono de piel más clara, que poseían los bienes materiales y el ganado más rico. Los que sonreían eran los de rango inferior, y era la expresión de sufrimiento y tristeza, porque cualquiera que se sintiera ser feliz lloraría para manifestar su situación y rango social. Bueno eso es lo normal y usual, pero esta gente blanca son realmente feos y raros, los anuncios de personas muestran el descaro de la piel extremadamente blanca, llevan antiparras e incluso esbozan una sonrisa degradante y descarada que dice bien poco de los que se anuncian, y menos de los que compran el producto que se anuncia. Yo Whintan hijo de Maducan, mujer mandinga y que vivió treinta y cinco años, muriendo en su mayor estado de belleza y salud, mantengo que deseo salir de este mundo extraño, safio y sin sentido donde viven los hombres que sonríen y que a mayor abundancia de felonía son descaradamente blancos. Necesito emigrar a zonas del mundo donde existan mejores pastos para mi ganado y un clima más benigno para conmigo y mi futura prole de hijos y mujeres. Y en especial deseo emigrar sin la necesidad de tener que usar la fuerza, ya que las armas que poseo solo me sirven para defenderme de mi vecino, del cual ya no necesito defenderme porque somos amigos después de tantos años de vivir juntos; y cazar cuando necesite defender a mi ganado. Esta petición es la primera manifestación que expreso en la escritura que me han enseñado los seres blancos y que me resulta divertida aunque ignoro que utilidad tiene, pero confío que sea útil para manifestar mis intereses y los de mi pueblo, y así justificar ante mis seres queridos esta ausencia de varios años sin que los sienta junto a mi. Si como dicen estos caracteres siempre obtienen respuesta, confío en recibir del amo de esta parte del mundo permiso para trasladar a mi pueblo y familia en la peregrinación, que según nuestros ancestros siempre se realizaba en cada cientos de lustros. EN LA CIUDAD DE CACERES, WHINTAN, hijo de MADUCAN. 2 de junio de 2007

INDALESIO