LOS MAQUINALES
Capítulo 1. Donde se da cuenta de los primeros datos que se tienen de los maquinales.
Los que lo vieron descender con vaivén desganado, como un pétalo dejado llevar por el viento, no pensaron que aquella figura quimérica fuera un ser de otro mundo. Más que asombro o miedo, su presencia invocaba a la fatalidad, como le pasa al enfermo que subido a la mesa de quirófano espera el vacío de la anestesia. Al llegar al suelo, sostenido por una aparente ingravidez, inició el movimiento deslizándose sobre el órgano propulsor que tenía forma de rueda. Lo que más llamó la atención fue comprobar que el artilugio con el que se movía no era ninguna prótesis ajena a su cuerpo, es decir, no era un soporte artificial, sino que formaba parte integrada de su anatomía.
Llevado, quizás, por la impresión de uno de los testigos que me contó la escena con muestras de seriedad, como trascendido por la visión que llegó a recordarme alguno de los pasajes de la Biblia en la que se recrean las apariciones con las que la divinidad distinguía a los patriarcas, influido, digo, por ese ambiente de ensoñación mística, he comenzado la recopilación de los hechos llamando la atención sobre este particular mecanismo, sin que ello quiera decir que el resto de su apariencia, actividad o pensamiento dejaran de ser reseñables por ser normales o semejantes a los de los humanos. Nada más lejos de la realidad. Hablo en primer lugar de la rueda, porque hay que empezar por alguna parte y no es mala opción, según el precepto aristotélico, hacerlo por lo fácil para avanzar hacia la complejidad, queriendo decir con esto que la rueda en cuestión iba a ser lo más sencillo de aquellas difíciles criaturas.
CIRANO
PD. Este es el comienzo de una novela que imagina las aventuras de los Maquinales, resultado de la simbiosis entre hombre y máquina