viernes, 2 de octubre de 2020

HOMBRE LENTO







No sabía porqué me quedaba retrasado cuando paseaba, el caso era que lo que más veía eran los traseros de todos los que me adelantaban. Deduje que sería una de mis muchas peculiaridades y jamás sospeché que tenía una motivación. A veces cuando iba en grupo me sentía incomodo porque tenía que estar atento a la marcha colectiva y llevar el mismo ritmo que el resto de los paseantes, algo que me obligaba a caminar a tirones. Soy de estatura alta y la distancia de paso no es corta, por lo que deduje que se debía al ritmo de zancada, así que forcé mi ritmo, pero además de cansarme me dolían los muslos. Poco a poco abandoné la idea de forzar la marcha y lo consideré algo curioso en mi fenotipo. Meses después sentí que me dolían los pies después de una caminata, y que con cada paso oía como arrastraba las punteras del calzado, intenté corregir la marcha usando bastones, pero continuaba alterando los pasos y golpeando la delantera del pie. Observé como en la planta del pie se me estaba formando con una callosidad que era dolorosa. Cambié de calzado con pobre resultado y decidí olvidar las incomodidades de mi estilo de marcha, caminé menos. Cuando deje de bracear e incliné mi cuerpo hacia delante, me di cuenta que algo pasaba y que no parecía fuera muy normal, así que decidí tomar algunas determinaciones, abandoné los paseos y me refugié en el gimnasio tres veces en semana. He de reconocer que mejoré bastante y que conseguí colocar erecto mi tronco y levantar las punteras de mis pies, lo cual se tradujo en mejoría de mi forma de marcha, pero continuaba con un ritmo lento, bien es verdad que me importaba poco, así que me dije, adelante. Tres meses después me encontré con mi amigo Carlos, me preguntó porque andaba tan raro y me dejó totalmente bloqueado, le di algunas explicaciones poco convincentes y me despedí con caras de pocos amigos. Ya con bastante preocupación pude observar que cuando me acostaba tenía muchas dificultades para cambiar de lado y tenía que realizar un gran esfuerzo, igualmente tardaba bastante tiempo en sentarme en la cama. Cada día tenía más dificultades en realizar mis actividades de vida cotidiana y tardaba el doble de tiempo. Mi paciencia comenzaba a agotarse, no sabía que camino coger y la desesperación hacia mella en mi vida, así que decidí tomar una decisión radical. Como todo mi cuerpo funcionaba con un ritmo circadiano peculiar que dejaba mucho de desear, hasta mis parpados iban lentos por no decir la gran inestabilidad y vértigo que sentía cuando caminaba. Desesperado tomé la resolución de acabar con este asunto, puse todo mi empeño en asumir la responsabilidad de mi determinación y cuando hubo condiciones objetivas lo realicé mediante acoplamiento de los biorritmos corporales sanos y patológicos, desde entonces mi vida cambio .

INDALESIO