lunes, 9 de marzo de 2015

ESCENA PRIMIGENIA. HOSPITAL AMERICANO DE PARÍS

                                       




Cuando desperté de mi ausencia, hice un esfuerzo o quizás me acompañó algún sortilegio y pude controlar el despertar, decidí valorar la situación antes de abrir los ojos. Dolor de cabeza es lo predominante, después un leve picor en la flexura del codo derecho, ambas muñecas sujetas por unas tiras que me impedían mover los brazos y una cincha muy fuerte que me aprisionaba el pecho. Mucho ruido al derredor pero nadie próximo. Entonces entreabrí los parpados, una intensa luz penetraba por la rendija permitida, la mantuve hasta que me habitué al resplandor, y ahora si, abrí los ojos totalmente. Estaba sobre una camilla dura, y algo se clavaba en mi espalda, lo del codo era una vía por donde pasaba liquido transparente, y lo del pecho era un peto con correas para que no me moviera. Giré levemente la cabeza e inspeccione la sala donde me encontraba, era grande y ocupada por personas con batas y pijamas azulones, así como un gran número de camillas y carros de ruedas con pacientes con gestos de dolor. Quise recordar que me había pasado, si era una accidente de tráfico o una caída de una altura, pero mi cabeza estaba vacía, nada ocupaba la zona de los recuerdos. ¿Nada? Pues ignoraba como me llamaba o quizás si cada uno tiene un nombre o una denominación, o alguna cosa que me sirviera para orientarme. ¿Orientarme? ¿Que es eso de orientarse?
Bueno, no debo alarmarme, pero no sé nada. Solo tengo algunos sentidos conectados, veo y sé lo que significa ver. Otros sentidos los tengo anulados, por ejemplo no consigo mantener el equilibrio porque la cincha en el pecho me lo impide, ¿pero eso es un sentido? Joder, ¿que soy yo?
Cerré lo ojos con rapidez, esperaré para que mi cabeza ordené los recuerdos y los conocimientos, a veces cuando has tenido un golpe en la cabeza se tiene una amnesia. Una amnesia, ¿y eso que es? Silencio, quiero silencio nada de usar la cabeza, dejemos que pase el tiempo.
Ha pasado tiempo, no se.... bueno, me preguntaré algo para saber si ya tengo reconstruida la memoria. ¿Quién soy? Nada, no se nada, ¿en que lugar estoy? Bueno, sé que esto es un lugar donde acuden personas con cara de dolor. ¿y yo tengo dolor? No se que es dolor. ¿Quizás una sensación? Si eso debe ser, una sensación, yo no la tengo, seguro no tengo una sensación. Entonces ¿que tengo?
Ocupado en estos menesteres estaba, cuando escuché un ruido ensordecedor, “Oiga, como se llama? Era algo mayor que una sensación, era muy molesto y me retumbaba dentro de la pelota que tenemos encima de los hombros. Después recibí un pellizco en la base del cuello y me hizo algo cercano al dolor, a eso es... ya se lo que es dolor. Un dedo potente tira de mi parpado superior y me lanza una luz intensa y muy molesta que me hace instintivamente cerrar los ojos, pero no me lo permite el jodido dedo que por el camino que va, me sacara el ojo. Lo suelta y vuelve a retorcer la piel y grasa del lateral de mi cuello, no puedo evitar el retorcerme de dolor. Estoy a punto de decirle que ya se que es dolor, que no insista, pero descubro que habla un idioma que no se identificar. Presto atención, pero no entiendo lo que habla, quizás alguna palabra aislada. Insiste en el parloteo y se que es un idioma que desconozco pero que no me es extraño. Tanto es así que gradualmente voy entendiendo lo que dice, aunque no totalmente, pero si entiendo que le pregunta por el resultado de los análisis y de las pruebas de imágenes. El que habla es un hombre de voz fuerte y segura y le acompaña una mujer de voz débil e insegura. Al parecer todas la pruebas son normales, yo me alegro y me pregunto ¿que me ha pasado?
La mujer repasa el historial clínico y se lo relata al hombre, me han encontrado en la calle convulsionando durante unos minutos, cuando llega la ambulancia las convulsiones se han acabado y solo queda la señal de la meada y estado de severa confusión. Me niego aceptar que esas cosas me hayan pasado, porque no padezco de nada y nunca las he sufrido, así que debe ser otra cosa. Pero atentó al dictamen del experto identifico que me dejan ingresado y que se me solicite un PEC porque con toda seguridad son los pródromos de un un tumor cerebral. Me contraigo ante semejante noticia y entonces escuchó que me liberen del peto del tórax para que este más tranquilo. La mujer dice que la he armado parda cuando llegué y que por ese motivo esta si de sujeto, el insiste que necesita saber el carácter de los episodios de agresividad y que me suelten. Pauta medicación y que me metan en un box para estar fuera de aquella locura de urgencia.
Cuando el hombre, que identifiqué como especialista, se fue, la mujer que identifiqué como residente comentó, que los especialistas son unos estúpidos y unos prepotentes. Me mueven y me liberan de las correas, me siento libre y cuando los ruidos están apagados, me incorporo y miro la situación en que me encuentro. Tengo ropa y mis zapatos junto a la camilla, me levanto y quito la aguja de la flexura del codo, después me visto y caminando con cuidado, salgo saludando por la puerta principal del Hospital Americano de París.


INDALESIO Febrero 2015