lunes, 5 de diciembre de 2016

AL FINAL DECIDÍ NO COMPRAR EL LIBRO




En los ambientes políticos e intelectuales donde se anda siempre con la escopeta de la crítica cargada la indulgencia no está bien vista. La comprensión se entiende como debilidad. A los conciertos, por el contrario, acude por lo general un público entregado que aplaude las actuaciones de la orquesta y no digamos a los solistas porque lo que busca es diversión. En un estado de ánimo intermedio, admirando a la figura y expectante ante el discurso acudí a la presentación que hizo Baltasar Garzón en El Ateneo de su último libro “En el punto de mira”. Buscaba razones para comprar y leer el libro además de apoyar con mi presencia su valiente trayectoria que para mí no necesita más justificación que el talento.
Se podría decir que como el señor K del Proceso de Kafka “sólo había venido por pura curiosidad o, lo que era imposible de aducir como explicación, para comprobar que el interior de esa justicia era tan repugnante como el exterior”. Es decir quería que alguien al que considero inteligente me contara ciertos entresijos de la justicia española ya que entendía que “este señor es el informante. Él da a las partes toda la información que necesitan y, como nuestra justicia no es muy conocida entre la población, se reclama mucha información. Conoce la respuesta a todas las preguntas. Si tiene alguna puede probar. Pero no sólo posee ese mérito, otra de sus virtudes es su elegante forma de vestir”. Es el informante voluntario, se entiende, que se ofrece a aclarar en un abultado volumen asuntos de interés general.
Por eso le pedí al final del ágil coloquio que mantuvo con el presidente que me informara acerca de la percepción que tenía como entendido del funcionamiento de la justicia en este país y me contestó con evasivas de encuestas de opinión muy conocidas y finalmente me explicitó que si lo que yo quería era una opinión personal me alegro de verte bueno.
Yo fui como el pardillo que va al mecánico porque nota que el coche no funciona y le hubiera gustado que el técnico le explicara si solo se trata de un poco de carbonilla en el carburador o si por el contrario es un problema serio que necesita una reforma profunda, pero me insinuó que me preocupara de conducir que ellos se encargarían del mantenimiento. No sé si el corporativismo y las generalidades son la solución de los problemas. Entiendo que la respuesta que da el conferenciante correlaciona con el respeto que le merece el que la hace y en este caso el señor Garzón consideró que no había por qué esforzarse. Como, aparte de cotilleo, mi pregunta trataba de indagar sobre la profundidad de los argumentos que pudiera ofrecer por escrito y dado que no me parecieron de suficiente calado, decidí no comprar el libro.
CIRANO

PD. Con que me hubiera contestado lo que dice la prensa me habría conformado:

Una justicia lenta, politizada, antigua y ahogada en papel