domingo, 13 de agosto de 2017

MÁS LEJOS DEL DESEO


                               

Fui un mal estudiante, mostraba poco interés por los conocimientos y pasaba los cursos con más pena que gloría y gracias a la influencia de mi padre. Cuando terminé el bachillerato elemental le dije a mi padre que no quería continuar con los estudios, y que un amigo me había ofrecido trabajo en el negocio de su padre. Mi padre hombre liberal y con grandes conocimientos del mundo, intento convencerme que pospusiera dejar los estudios con el bachiller superior, pero fue inútil soy un cabezón y había tomado una decisión inamovible, se acabó.
Después de varios días, con algunas lamentaciones de mis padres, entré a trabajar en una panadería, primera decepción, para cuidar de sacar el pan una vez horneado. El trabajo comenzaba a los cuatro de la madrugada, pero hice un esfuerzo y me habitué a vivir por la noche y dormir en las mañanas. A los tres meses conocía el funcionamiento de cómo hacer el pan y ahora de cómo venderlo, mi último lugar de ubicación laboral.
Era simpático y amable con los clientes, lo cual me granjeo bastantes amistades. Una de ella era una señora, cuarenta años mayor que yo, que acudía diariamente a por una pieza de pan. No era alta ni tenía ninguna virtud física, pero me agradaba escucharla cuando entraba en la panadería. Curiosamente sentía una extraña atracción en acercarme a ella y darle la pieza de pan desde delante del mostrador, ella me miraba y hacia un pequeño mohín con sus labios y nariz.
Cierto día entró en la panadería con una bolsa pesada sobre el pecho, le pregunté si quería le ayudara, ella aceptó y esperó que yo recogiera la bolsa acercándola a sus pechos, yo inevitablemente pasé mis manos rozando sus tetas. Ella me miró a los ojos y repitió el mohín habitual. Sentí turbación durante unos minutos y me sentí incomodo. Ella me pidió subir la bolsa a su domicilio y mi patrón me lo ordenó. Yo no sentí rechazo, sino todo lo contrario, extrañamente me atraía aquella mujer, a pesar de la edad que tenía y de los pocos encantos de que disponía. Fui tras ella y subí las escaleras observando la dificultad que tenía en elevarse en cada escalón, algo que me permitió serenarme y pensar que era una locura sentir atracción por una vieja sin encantos. Cuando llegamos a la puerta del piso, ella suspiraba con dificultad y yo había decidido que era lo que tenía que hacer. Le pregunté si dejaba la bolsa en el suelo y ella me pidió esperar para entrar en el piso, cuando entramos ella me paso la manos por la cintura y se apretó contra mi.
Fue entonces cuando me dijo: “Eres un muchacho encantador, ojalá tuviera alguna vinculación familiar contigo. Debes cuidar mucho su candidez, porque produces una sensación de deseo tan poderosa que terminaras padeciendo por ella”
Salí de la panadería aquel mismo día y me incorporé a la continuación de los estudios de bachillerato, me había dado cuenta que aún no estaba lo suficientemente maduro para enfrentarme a los avatares de la vida. Y en mi vida siempre cuidé mucho de controlar mis instintos más primigenios.


INDALESIO Octubre 2014