Soy el General Prados y
Colón, hijo del Brigadier Prados, defensor de las colonias del
territorio africano y del que tan funesto recuerdo tenemos todos los
militares y más después del desastre de Annual, y sus muchas
consecuencias. Entre esos acontecimientos se encuentra el que me
envían al continente y recibo cierta penalización que luego
desaparece con la ayuda de mis buenos amigos. Diez años después
participé en la preparación de la defensa de la nación, para
conseguir liquidar los partidarios de la República, que estaban
destrozando el país. Todo mi destino lo viví en la ciudad de
Sevilla, donde formé una familia y me fui ganando un prestigio como
militar riguroso y poco dado al chalaneo. Participé en la
preparación del golpe contra la República como decía antes, y
debido a mi gran capacidad militar me adjudicaron el control de la
Región Militar del Sur, desde allí aseguré la fidelidad militar y
la más estricta y rigurosa acción militar contra los rojos y
defensores de la República. En el año 1936 comenzamos la
reconquista de nuestra patria y durante cuatro años apliqué con
rigor las acciones militares necesarias para ayudar al generalísimo
de los ejércitos y a nuestra gloriosa nación.
Relato estos hechos para
mejor conocimiento de la historia de nuestro país, y porque he
recibido una carta de un extraño hombre que me pide ayuda para
salvar su vida y familia en situación apurada por colaborar con la
gentuza que defendía la ciudad de Málaga. Todo el mundo sabe que yo
presumo de no tener ninguna compasión con nadie y menos con pestes
de republicanos, pero según quiero recordar este caso me toco de
cerca y quizás pueda al menos repasar el informe de los hechos
acontecidos. Tengo en mis manos los informes elaborados por los
compañeros del tribunal de orden público y decido leer con
detenimiento las cuatro cuartillas que forman la resolución de dicho
tribunal. Piden en la resolución la muerte para todos los miembros
de la familia, por colaborar hasta los últimos momentos en el
Hospital de Sangre del Miramar, ya que el jefe de la fratría era
Médico, y ya se sabe estos colaboracionistas son los peores, ya que
son referencia para el populacho. El último de los informes del
dosier son unas anotaciones de mi ayudante de campo, el coronel
Fernández, donde se informa que habiendo quedado mi familia
(esposa e hijo) en dicha ciudad, y ante el temor de que pudieran caer
en manos de alguna checa, con la grave repercusión que esta hazaña
pudiera tener, se había tomado la decisión de proteger a mi mujer,
Doña Josefa y a mi hijo Enrique, en casa de un Médico responsable
del Hospital de Sangre, durante un periodo de dos semanas, hasta que
el consulado Ingles pudiera organizar la evacuación de tan
importantes ciudadanos. Algo asombrado por la coincidencia de que el
mismo Médico que me pide clemencia, sea el que protegió a mi
familia durante su estancia en la ciudad de Málaga, vuelvo a leer
todo el informe y después de tomar una copa de licor fuerte, quiero
recordar aquellos acontecimientos que tanta preocupación me produjo,
pero que supimos resolver con tanta premura, en especial porque había
sido un descuido de mi querida esposa. Tengo familia en la bella
ciudad de Málaga y mi esposa Josefa sin encomendarse a la virgen ni
al diablo, decide desplazarse hasta allí para recoger a una tía
soltera, pero con buen peculio, que había quedado retenida en su
casa de las Acacias. Faltó poco para que quedara atrapada entre la
gentuza que ejercía el bandolerismo en la ciudad y no sin cierto
riesgo se consiguió sacar a toda la familia en el barco ingles que
cada día se encontraba fondeado en la bahía de la ciudad. En una
hoja adjunta se relataba los hechos que había realizado este médico
para mi valoración: - acogida en su casa de Pedregalejo Acacias
durante seis días - Traslado al Consulado Inglés y - salida desde
el consulado hasta el puerto en pésimas condiciones y riesgo. Leí
varias veces los informes y recordé lo mal que pase esos días con
la incertidumbre de saber que sería de ellos, pero a Dios gracia
todo salió a pedir de boca y recuperé a mi familia.
Yo Enrique Prados y
Colón, General de los ejércitos victoriosos de la nueva España,
decido no conmutar la pena de Muerte a ninguna de los miembros de la
familia Fernández Castañeda, médico del Hospital de Sangre de la
ciudad de Málaga. Decido que no debo tener clemencia alguna por los
motivos que tengo a bien considerar: 1/ Represento una nación que ha
sido saqueada por los que ningún derecho legal tenían. 2/ La
misericordia ha sido abolida en los tiempos de guerra con el
beneplácito de la Iglesia Católica. 3/ No puedo ni debo equipararme
al comportamiento del cabeza de familia que permitió la vida de los
míos, ya que soy un militar y me debo al poderoso y victorioso
ejercito de nuestro amado Franco. 4/ y último, Es mi deseo que sean
ejecutados todos los miembros de esa familia uno a uno y en sus
presencias, para que no sean ejemplos ni referencias del pueblo de
las Españas, como así decidimos los ejércitos victoriosos.
Y para que conste firmo
la sentencia y orden de ejecución en un plazo no mayor de dos
semanas, que así sea y Dios lo bendiga.
General Prados y
Colón . Máxima autoridad de la ciudad de Sevilla
INDALESIO