DECADENCIA
Vuelven a dejarlos debajo de sus camas
sin más protección que el silencio con el que los recibieron, sin
más defensa que su fragilidad, sin más abrigo que el que guardan
sus pensamientos. Compañeros de viaje para la vigilia cansina del
último alivio del día, son la retaguardia de la esperanza. Están
acostumbrados a los bostezos y a los abandonos sin protestar ni
exigir. Se entregan confiados para ser cobijo del placer perecedero
de cada día a sabiendas de que también los echarán de la cama como
amantes de agotados encantos.
POR PRECAUCIÓN
Vuelven a dejarlos debajo de sus camas
arrugados en posturas indecorosas. Durante la cabalgada gozosa han
sentido el roce insistente de la gruta húmeda y la tirantez del
esfuerzo redentor. Sin emitir queja alguna han hecho su trabajo
defensivo evitando el contacto de millones de enemigos redundantes.
En los últimos embates donde se juegan su prestigio aguzan el oído
para escuchar el jadeo con el que llega la catarata espumosa tras la
que saben que serán abandonados.
EL SUEÑO DE ORIENTE
Vuelven a
dejarlos debajo de sus camas hechizados por la tenacidad del mordisco
y la laboriosidad del hilado. Los vieron crecer desde que las cuentas
guardadas hacía un año en la caja de zapatos empezaron a florecer.
Ni un día dejaron de cambiar el lecho reseco por hoja fresca.
Siguieron su engorde de morcillas blancas con cabeza ridícula
espiando cómo se perdían entre telarañas hasta que renacieron como
mariposas que se buscaban con torpeza. Ahora tras la larga
observación que los hipnotiza los abandonan a sus trabajos
desconociendo que algún día también ellos cambiarán sin saber
cómo.
NO ESCARMIENTAN
Vuelven a dejarlos debajo de sus camas
bien empaquetados envueltos en papel de periódico, sujetos por
cintas para que encajen como sillares del muro maestro de las
catedrales. No podían suponer que eso de las comisiones fuera tan
sencillo y diera tanto. El único inconveniente fue que como no se
fiaban el uno del otro tuvieron que dormir juntos para evitar
tentaciones. Por eso cuando entró la policía de madrugada asumieron
el regodeo de los guardias que no esperaban encontrar a dos
concejales de su ayuntamiento de aquella manera.
CIRANO. Relatos para la SER