martes, 29 de marzo de 2016

PATOGENIA MIMETICA






Aquella mañana salí de mi domicilio con precipitación, quería hacer una gestión en el banco antes de incorporarme al trabajo. Me dio pereza coger el bus y saqué el coche del garaje para hacer el desplazamiento. No fue fácil encontrar aparcamiento, al fin lo encontré en zona azul y golpeé el frontal con la bola de remolqué del coche de delante. Me enfadé y juré en arameo porque no me gusta tener el coche abollado y más este golpe que con seguridad precisará cambiar todo el frontal y guardabarro delantero. Mientras sacaba el tique en la dichosa maquina expendedora apareció un tipo grande mal encarado con solo camisa blanca que se dirigió a mi en tono amenazador porque había arañado su preciosa bola de remolque. Tuve que pedir disculpas porque sacó todo su plumaje y me amenazo agarrándome por el cuello. Después de varios insultos y de comprobar que no tenía nada anormal en la bola de remolque, me soltó y desapareció no sin antes amenazarme con el dedo indice acusador. Cuando me recompuse me dí cuenta que el vigilante de la zona azul estaba apoyado en el capo de un coche contemplando el abuso del anormal que me había amenazado, le pedí apoyo como testigo pero se giró y desapareció negando con la cabeza, como le llamé cobarde se volvió y tuve que salir por pies porque tenía intenciones aviesas.
En la puerta del banco me encontré con José Luis, me miró con ojos tristes y boca reseca, llegué a preguntar que le pasaba antes de que se desmayara en mis brazos. José Luis es un magnifico amigo desde hace años y jamás había padecido de enfermedad alguna. La ambulancia llegó en pocos minutos y se lo llevó sin permitirme le acompañara. Llamé a su mujer y le conté lo sucedido, ella me dijo que iría al Hospital en breves momentos. Angustiado realicé las gestiones en el Banco, y salí bastante cabreado porque había perdido una cantidad importante de dinero. Cogí un Taxi y me fui para el Hospital, cuando llegué José Luis y su mujer salían de urgencia. Me contaron que estaba siendo tratado de un proceso autoinmune con medicación muy fuerte, que le producían estas crisis de mareos y bajada de tensión con diarreas incoercibles.
Cuando quise darme cuenta eran las 13 horas y al llegar al trabajo sentí que algo pasaba y en efecto recibí una buena bronca, que me hizo sentirme mal.
Los tres días siguientes tuve fiebre y permanecí en cama, el médico me prescribió reposo, comida ligera y medicación sintomática. Cada dos horas tenía una crisis de diarrea que me dejaban sin fuerzas.
Llamé a José Luis para preguntarle como se encontraba, me dijo que llevaba malo dos meses y que parecía que había comenzado a mejorar, pero que estas enfermedades raras se comportan de forma extraña y caprichosa. Busqué en la tablet información sobre la enfermedad y para mi sorpresa todos los síntomas eran coincidentes con los míos, así que decidí que yo también la padecía. Me internaron en la Clínica y comenzaron hacerme pruebas, pinchazos en las venas, invasión de tubos por boca y ano , y un sin fin de cabronadas que resultaron todas sin alteraciones. Cinco días después me dieron el alta.
Dos semanas después me llamó José Luis para agradecerme la ayuda en su enfermedad y para decirme que estaba curado del proceso que los médicos llaman Síndrome de Zelig, que le contagió un muy amigo suyo, que padecía los mismos síntomas y que él lo había mimetizado como suyos. Una vez que el paciente lo entiende desaparece la clínica y esta curado. Le agradecí su información y quedamos para almorzar juntos.
Cuando comprobé la información en Internet sentí como mis tripas sonaban con un ritmo distinto y dejé de sentir espasmos cólicos. Tres días después ya ni me acordaba de mis dolamas.

INDALESIO Octubre 2015