Angustias era la mayor de cinco
hermanos, todos varones y gañanes de oficio en un pueblo atrasado y pobre, como
solo las tórridas tierras del campo andaluz son capaces de soportar. Mientras
los padres realizaban faenas del campo y de aparcería, Angustias cuidaba de sus
hermanos, hasta la edad de dieciocho años, en que huyo de su casa, por las
repetidas violaciones de sus hermanos, ya en edad de despertar instintos poco
recomendables. Hizo un atillo, guardando un vestidillo cosido por ella y su
madre, con la que mantenía una reducida relación, quizás por los celos que le
despertó ver las miradas del padre hacía su joven hija, y una alianza que le dio
su abuela, símbolo de un matrimonio desgraciado y aún más pobre.
Cogió el tranvía de las seis de
la mañana, donde se transportaba el personal de la Compañía de Tranvías que
iban a su trabajo cotidiano, y se sentó en una ventanilla abrazando su ato.
Miró todo el tiempo por la ventana, sin girar la cabeza, pero como era un joven
despierta y lista, aunque nunca había asistido a la escuela, pudo apreciar como
los tranviarios la miraban con cara de deseo. Cuando llegó a Puerta Real,
esperó a que todos los tranviarios salieran y entonces se bajo del gris
tranvía, sin saber hacia donde iría. Buscó un guardia municipal y le preguntó
donde se encontraba la pensión Plata, y hacía allí se dirigió buscando a su
prima Magdalena. Magdalena había sido su
paño de lágrimas y había sido preñada por su pretendiente, razón por la cual
había salido del pueblo para conseguir resolver su problema, algo que casi le
cuesta la vida, después de un aborto realizado por un aficionado sin
escrúpulos. Así que las primas se encontraron en la Pensión Plata y ambas sin dinero. Bueno
Magdalena trabajaba en un puti-club que le permitía algunas monedas escasas,
pero limitada por el hecho de haberle quedado una terrible secuela después del
aborto, una fístula ano vaginal. Ella se encargaba de la limpieza del local y
de asistir a las prostitutas en la limpieza de las habitaciones y toallas. Angustia
le dijo a su prima que bajo ninguna manera volvería al pueblo, y que haría lo
que fuera de menester para mantenerse independiente. Magdalena le habló a la
dueña de la pensión, pero no había trabajo para ella, le permitió quedarse no
más de una semana y compartiendo colchón y cuarto. Ambas salieron hacia el
lugar de trabajo de Magdalena, le advirtió que era un lugar de mala reputación
llamado SABATTINI donde por algunas
pesetas los hombres se creían poseedores del cuerpo de una mujer. Angustia
estaba dispuesta a lo que fuera, pero necesitaba alejarse de las humillaciones
de su familia.
La prima Magdalena se entrevistó
con la encargada del lupanar y con el
dueño, que le prometió entrevistarla. Esperó una semana sin encontrar
alternativa alguna, hasta que ya al borde de la desesperación la admitieron en
el SABATTINI por unas miserables
cincuenta pesetas por noche. A los dos meses, Magdalena tuvo que ingresar en el
Hospital por una grave infección, y Angustia se quedó sin el apoyo de su
querida y buena prima. Algo que aprovecho unos de los tipos que merodeaban por
el lugar y que sin protección la violó dejándole preñada.
Fueron duros los meses de embarazo,
fajada para que no se notara su abultada barriga, y aguantando perversiones por
las miserables pesetas que le daban por
día. Pero nació un precioso niño que amamantó con cariño y delicadeza y que le
dio alegría a su vida.
Si, en el SABATTINI conoció a uno de los muchos estudiantes que
frecuentaban el lugar, creé recordar un muchacho inocente con el que jamás
practico coyunda y que le encantaba hablar con ella. Jamás le
había contado a nadie ni su verdadero nombre, ni su historia tan triste, y se
inventaba lo primero que le venía en suerte a su mente. Pero las exigencias de
este muchacho, solo eran que le contara cosas de su pueblo y vida de los
conciudadanos, hasta que le aburrió y le dio puerta porque ya nada tenía que
contarle, al muy pesado. Después desapareció no sin antes haberle pedido vivir
con él. El muy desgraciado, pretendía engañarme y todo por su timidez, ya que
jamás tuvo cojones de decirle que quería follarle, y es que Angustias había
vivido mucho y conocido a muchos desalmados, y este era uno más.
INDALESIO Agosto 2013