lunes, 30 de septiembre de 2013

NOSTALGIA III (LA CAUSA DEL DELITO)


                 



Angustias era la mayor de cinco hermanos, todos varones y gañanes de oficio en un pueblo atrasado y pobre, como solo las tórridas tierras del campo andaluz son capaces de soportar. Mientras los padres realizaban faenas del campo y de aparcería, Angustias cuidaba de sus hermanos, hasta la edad de dieciocho años, en que huyo de su casa, por las repetidas violaciones de sus hermanos, ya en edad de despertar instintos poco recomendables. Hizo un atillo, guardando un vestidillo cosido por ella y su madre, con la que mantenía una reducida relación, quizás por los celos que le despertó ver las miradas del padre hacía su joven hija, y una alianza que le dio su abuela, símbolo de un matrimonio desgraciado   y aún más pobre.
Cogió el tranvía de las seis de la mañana, donde se transportaba el personal de la Compañía de Tranvías que iban a su trabajo cotidiano, y se sentó en una ventanilla abrazando su ato. Miró todo el tiempo por la ventana, sin girar la cabeza, pero como era un joven despierta y lista, aunque nunca había asistido a la escuela, pudo apreciar como los tranviarios la miraban con cara de deseo. Cuando llegó a Puerta Real, esperó a que todos los tranviarios salieran y entonces se bajo del gris tranvía, sin saber hacia donde iría. Buscó un guardia municipal y le preguntó donde se encontraba la pensión Plata, y hacía allí se dirigió buscando a su prima  Magdalena. Magdalena había sido su paño de lágrimas y había sido preñada por su pretendiente, razón por la cual había salido del pueblo para conseguir resolver su problema, algo que casi le cuesta la vida, después de un aborto realizado por un aficionado sin escrúpulos. Así que las primas se encontraron  en la Pensión Plata y ambas sin dinero. Bueno Magdalena trabajaba en un puti-club que le permitía algunas monedas escasas, pero limitada por el hecho de haberle quedado una terrible secuela después del aborto, una fístula ano vaginal. Ella se encargaba de la limpieza del local y de asistir a las prostitutas en la limpieza de las habitaciones y toallas. Angustia le dijo a su prima que bajo ninguna manera volvería al pueblo, y que haría lo que fuera de menester para mantenerse independiente. Magdalena le habló a la dueña de la pensión, pero no había trabajo para ella, le permitió quedarse no más de una semana y compartiendo colchón y cuarto. Ambas salieron hacia el lugar de trabajo de Magdalena, le advirtió que era un lugar de mala reputación llamado SABATTINI  donde por algunas pesetas los hombres se creían poseedores del cuerpo de una mujer. Angustia estaba dispuesta a lo que fuera, pero necesitaba alejarse de las humillaciones de su familia.
La prima Magdalena se entrevistó con la encargada del lupanar y  con el dueño, que le prometió entrevistarla. Esperó una semana sin encontrar alternativa alguna, hasta que ya al borde de la desesperación la admitieron en el SABATTINI  por unas miserables cincuenta pesetas por noche. A los dos meses, Magdalena tuvo que ingresar en el Hospital por una grave infección, y Angustia se quedó sin el apoyo de su querida y buena prima. Algo que aprovecho unos de los tipos que merodeaban por el lugar y que sin protección la violó dejándole preñada.
Fueron duros los meses de embarazo, fajada para que no se notara su abultada barriga, y aguantando perversiones por las miserables  pesetas que le daban por día. Pero nació un precioso niño que amamantó con cariño y delicadeza y que le dio alegría a su vida.
 Si, en el SABATTINI  conoció a uno de los muchos estudiantes que frecuentaban el lugar, creé recordar un muchacho inocente con el que jamás practico  coyunda  y que le encantaba hablar con ella. Jamás le había contado a nadie ni su verdadero nombre, ni su historia tan triste, y se inventaba lo primero que le venía en suerte a su mente. Pero las exigencias de este muchacho, solo eran que le contara cosas de su pueblo y vida de los conciudadanos, hasta que le aburrió y le dio puerta porque ya nada tenía que contarle, al muy pesado. Después desapareció no sin antes haberle pedido vivir con él. El muy desgraciado, pretendía engañarme y todo por su timidez, ya que jamás tuvo cojones de decirle que quería follarle, y es que Angustias había vivido mucho y conocido a muchos desalmados, y este era uno más.

INDALESIO Agosto 2013