sábado, 25 de junio de 2016

PAPEL Y LÁPIZ




El hombre despierta de la siesta y empieza a buscar algo que ha soñado que ha perdido. Con esa preocupación olvida lo que tenía que hacer al despertarse que era ir al médico. La imagen onírica suplanta la realidad hasta que encuentra lo que había perdido en el sueño. Se trata de una reliquia de sus antepasados que guarda en un armario dentro de una caja de taracea. Al abrirla sale una pequeña araña que le pica en la mano. Asustado tira la caja al retrete y hace funcionar la cisterna. Su mano se hincha y duele por lo que va a urgencias. Cuando saca la documentación encuentra la cita a la que ha faltado. En recepción se lo recuerdan pero miente diciendo que no ha podido acudir a causa de la picadura. Le inyectan urbasón y le proponen colocarlo al final de la lista de la consulta programada pero se acuerda de que ha tirado algo de mucho valor y sale corriendo hacia su casa con tan mala suerte que lo atropella un coche. Él dice que no es nada pero lo obligan a volver a urgencias donde después de atenderlo le informan de que todavía está a tiempo de asistir a la consulta programada. Como ha olvidado el episodio de la caja accede a sentarse en la sala de espera. Allí conoce a la mujer de su vida con la que se casa. En el sueño trataba de buscar la caja con el recuerdo de familia para regalárselo a la mujer que había conocido en la consulta. Mete la mano en el bolsillo y encuentra la caja pero no se atreve a regalársela por si contiene otra araña o incluso la misma que le ha picado. Se mira la mano y ve que ya ha sanado o que nunca tuvo nada. La mujer con la que va a casarse es su mujer que está impedida en casa. Vuelve corriendo porque está sola y la encuentra muerta. La araña le ha picado en la cara y ha anidado en el pelo. Intenta acercarse pero la araña que es monstruosa se eriza dispuesta a saltar sobre él. Retrocede con cuidado hasta la puerta por la que sale; tras cerrarla con llave va a la policía donde lo cuenta todo. Una patrulla lo acompaña y encuentran a su mujer malherida en el suelo. Lo detienen sin dar crédito a su historia y lo meten en el calabozo. Se queda inmediatamente dormido y sueña que ha ganado una prueba de atletismo en una olimpiada por lo que se pone a dar saltos. En uno de ellos cae de la cama y se parte la nariz. Se levanta como puede y se arrastra hasta el salón de su casa porque no estaba en comisaría. Empieza a reflexionar sobre lo sucedido apuntando los hechos en una libreta: soy viudo desde hace diez años, vivo solo en una barriada obrera sin asistencia. Mi familia siempre ha sido pobre. Nunca he tenido una caja con una joya y lo que soñé antes es falso. Ni me ha picado una araña, ni me ha atropellado un coche, ni he estado en un hospital. Soy aficionado a la literatura y desde hace unos días escribo mis sueños. Nunca releo lo escrito porque no lo entiendo. Lo hago para entretenerme. De pequeño quería ser médico pero me obligaron a ser escritor y he fracasado. Durante muchos años me ocupé de la página de sucesos en el periódico local y solo se me ocurren ideas macabras. Con la pensión voy tirando pero tengo la vista cada vez peor y no pienso ponerme gafas. Si tuviera un ordenador podría ver películas porno como mis amigos. Menos mal que me queda papel y lápiz.

CIRANO