Me
pregunté él porqué de sus gustos, desconocía por completo aquel
personaje, y ahora me encontraba con toda este enorme volumen de
libros y discos. Miré en derredor y calculé que podía haber unos
tres mil libros, de cuyo contenido no sabia nada. Los más próximos
a los discos de música eran libros menudos y muy usados, de temas
muy poco uniformes y que para nada me interesaban. Los de su
izquierda libros de Psiquiatría, que ignoraba su utilidad ya que mi
padre nunca se dedicó a esta especialidad ya tan en desuso. Moviendo
mi cuerpo con precaución, me dirigí hacia el lado contrario donde
me encontraba, sorteando cajas llenas de libros y papeles, junto con
revistas esparcidas por todo el suelo sobre literatura y política,
algo difícil de entender.
Pasé junto a la turca, y deslicé la colcha que la
cubría para ver que abultaba. Inicialmente no comprendí que era,
pero en escasos segundos un horror recorrió mi cuerpo, aquel bulto
era una persona boca abajo y en estado de momificación. Su pelo
cubría una superficie muy adherida al cráneo, de color y textura
muy parecida al cuero, y estaba largo y muy tieso. Sus manos eran
huesos cubierto por la misma piel curtida, marrón y tersa que cubría
todo el resto de piel que se pudiera ver . La espalda se encontraba
al descubierto por haberse deshecho la tela de la camisa que lo
cubría. Al retirar el mueble pude ver su cara, pero nada reconocí,
aunque no parecía tener el rostro y gesto de sufrimiento. Junto a la
turca y sobre una biblioteca baja, había unos papeles sueltos, los
cogí y me puse a leerlos para aliviar mi tensión, eran frases
elegidas de su lectura habitual que iba anotando para mantener su
recuerdo. Otra hoja contenía un poema dedicado a su hijo, a nuestro
hijo León.
INDALESIO
Fragmento de un libro