martes, 20 de diciembre de 2016

NO COMPRES LIBRETAS







Llevaba una agenda desde hacia varios días, me gustó su formato y el elástico que le sujetaba. Venía en una funda de celofán que retiré sin dificultad. Las hojas venían rayadas con veinticinco lineas horizontales. Pasé las páginas sujetándole con el dedo gordo, tenía buen tacto. Cuando aboné su importe me llamó la atención su elevado precio, cinco dineros. Pero era un capricho y ya se sabe no mires su valor porque servía como elemento de divertimento. Recuerdo que días de después de la adquisición la volví a encontrar, estaba sobre la mesa de trabajo, y parecía abandonada. Bueno parecía no, yo le había abandonado porque ignoraba para que usarla. Me senté en la butaca y la miré con cara de interrogación, quizás me sirva para anotar ideas. No parece desacertado, pero como siempre tendré que poner una disciplina o mejor una rutina. Cada día anotar una o varias ideas para escribir relatos. ¿Y cuando no tenga ideas? ¿Que escribo? Metí el lápiz en la boca y medité, bueno escribiré solo cuando tengas ideas brillantes, y para no olvidarle lo llevaré siempre encima. Lo acoplé en el bolsillo lateral de la chaqueta y se sujetaba bastante bien, aunque tiraba por su peso y despegaba el bolsillo, algo que no me gustaba, pero abandoné la idea de cambiarle a otro departamento de la chaqueta, era el más adecuado. Diez días después, saqué la libreta del bolsillo y recordé que tenía que usarla, pero no había tenido ideas brillantes, solo ideas vulgares, ¿pero cuales son las ideas brillantes, las que me gustan a mi o la que les gustan a los lectores? Pues en un principio decidí que serian las ideas que publico en las hojas dominicales del periódico, aunque son crónicas de la vida en la ciudad y no tiene interés recordarla, porque es conocimiento adquirido y no olvidado. Por esas crónicas recibí el título de escribidor humanista, algo que me da poco interés porque no tienen nada de creativo, pero me ayuda a la economía de la familia. Volviendo a la libreta, medité cual podía ser su uso y decidí anotar los guiones de las novelas pendiente de escribir. Lo de pendiente me deja confuso, pero bueno no puedo seguir mareando la perdiz, lo dedicaré a esos menesteres. Así, anoto el nombre del protagonista, aunque no lo he decidido, pero como primera idea le pondré Indalesio, eso parece un buen nombre, pero sin “S” Cuando lo corrijo vuelve a saltar el corrector y pone Indalesio con “s” lo intento varias veces y siempre salta. Miro en el diccionario del RAE y nada, pone Indalesio con “s” pues confundido anotó en la libreta el nombre y horror no lo escribe. Miro la punta del lapicero y está correcto, la mina asoma por la punta. ¿Entonces porque no pinta? Lo intento varias veces y nada, miro si acaso la mina se desliza por el lapicero, pero de escribir nada. Entonces me doy cuenta que el problema esta en el papel. El papel esta encerado y raya la punta, pero no se ve nada escrito solo el surco que deja sobre el papel. Miro con displicencia la jodida libreta y entonces recuerdo que le había comprado en una tienda de chinos y ya se sabe, no sirven para nada. Lo lance a la papelera y entró a la primera. Quizás el único acierto que he tenido con la puñetera libreta .
 INDALESIO    09/10/2016