jueves, 17 de abril de 2014

ME ACUSO

                            


                  
He tenido que prepararme para dar un paso definitivo, tengo que penar mis delitos. Si, porque  he cometido muchos… quería decir pecados, pero aunque sea un cabrón que he cometido actos antisociales, tengo y permanezco en una situación laica, por lo cual son actos contra la vida misma y no contra mi moral, que por demás me importa un carajo.
Durante varios años he intentado escribir sobre mi patético comportamiento, pero era incapaz de rellenar más de dos hojas, y no porque mis delitos sean pocos y pequeños, no…. Son muchos y muy grandes, quizás no para mi, pero si para el resto de los mortales.
Desde que tuve conciencia de ellos sentí  pesadumbre, que me llevaba a enseñar una cara  con gestos de angustia, que a todos  inquietaba y les hacia apartarse de mi, evitando relación alguna, pero yo me refugiaba en mi soledad y me hacia fuerte con mi desespero por el daño que infligía.
En alguna ocasión me abordaba algún conocido y me interpelaba sobre mis comportamientos sociales, yo bruscamente me apartaba de su presencia, pero descubrí que llamaba más la atención y me atosigaba con más preguntas, así que decidí contestar mintiendo aún más, lo cual me producía más desasosiego y quizás tranquilizara a mi interlocutor.
Cuando la angustia tomaba un cariz alarmante y sentía necesidad de desahogo, encontraba que me afectaba físicamente, y las más de las veces vomitaba de forma violenta y con grandes arcadas, después me tranquilizaba y volvía a respirar con parsimonia. También encontré fruto de la casualidad que la música de Schubert me relajaba con mucho y en especial las sinfonías, así que compré varias versiones de orquestas y directores y me pasaba gran parte del día escuchando su música. Pero cada vez era más difícil controlar los ataques de angustia y desasosiego y las crisis se repetían con mayor frecuencia, así que decidí pedir ayuda.
Pero quién, que persona podría entender de los graves delitos que había cometido, no tenía amigos o al menos no con la suficiente confianza como para revelar mis inquietantes delitos. Pensé en un sacerdote pero me producía animadversión y soy bestialmente laico por lo cual lo descarté con prontitud. Me quise refugiar en un médico pero la sola mención de que necesitaba descargar los delitos, le alarmó tanto que me despidió con caras destempladas. Con mucha precaución lo intenté con un psiquiatra, pero cuando se dio cuanta que le estaba sondeando, quebró mis intenciones y renunció a ser mi terapeuta.
Ahora me encuentro delante de ti, te miró a los ojos y necesito que me comprendas, tú eres lo único  que me queda de posibilidades para poder descargar la angustia y el desasosiego que me producen el enorme cúmulo de delitos que he cometido. ¿Serás capaz de ayudarme? Solo te pido  compartir conmigo la pesadumbre  de mis delitos, ayúdame!!!!  

INDALESIO Marzo 2014