He tenido que
prepararme para dar un paso definitivo, tengo que penar mis delitos. Si,
porque he cometido muchos… quería decir
pecados, pero aunque sea un cabrón que he cometido actos antisociales, tengo y
permanezco en una situación laica, por lo cual son actos contra la vida misma y
no contra mi moral, que por demás me importa un carajo.
Durante varios
años he intentado escribir sobre mi patético comportamiento, pero era incapaz
de rellenar más de dos hojas, y no porque mis delitos sean pocos y pequeños,
no…. Son muchos y muy grandes, quizás no para mi, pero si para el resto de los
mortales.
Desde que tuve
conciencia de ellos sentí pesadumbre,
que me llevaba a enseñar una cara con
gestos de angustia, que a todos
inquietaba y les hacia apartarse de mi, evitando relación alguna, pero
yo me refugiaba en mi soledad y me hacia fuerte con mi desespero por el daño
que infligía.
En alguna
ocasión me abordaba algún conocido y me interpelaba sobre mis comportamientos
sociales, yo bruscamente me apartaba de su presencia, pero descubrí que llamaba
más la atención y me atosigaba con más preguntas, así que decidí contestar
mintiendo aún más, lo cual me producía más desasosiego y quizás tranquilizara a
mi interlocutor.
Cuando la
angustia tomaba un cariz alarmante y sentía necesidad de desahogo, encontraba
que me afectaba físicamente, y las más de las veces vomitaba de forma violenta
y con grandes arcadas, después me tranquilizaba y volvía a respirar con
parsimonia. También encontré fruto de la casualidad que la música de Schubert
me relajaba con mucho y en especial las sinfonías, así que compré varias
versiones de orquestas y directores y me pasaba gran parte del día escuchando
su música. Pero cada vez era más difícil controlar los ataques de angustia y
desasosiego y las crisis se repetían con mayor frecuencia, así que decidí pedir
ayuda.
Pero quién, que
persona podría entender de los graves delitos que había cometido, no tenía
amigos o al menos no con la suficiente confianza como para revelar mis
inquietantes delitos. Pensé en un sacerdote pero me producía animadversión y
soy bestialmente laico por lo cual lo descarté con prontitud. Me quise refugiar
en un médico pero la sola mención de que necesitaba descargar los delitos, le
alarmó tanto que me despidió con caras destempladas. Con mucha precaución lo
intenté con un psiquiatra, pero cuando se dio cuanta que le estaba sondeando,
quebró mis intenciones y renunció a ser mi terapeuta.
Ahora me
encuentro delante de ti, te miró a los ojos y necesito que me comprendas, tú
eres lo único que me queda de
posibilidades para poder descargar la angustia y el desasosiego que me producen
el enorme cúmulo de delitos que he cometido. ¿Serás capaz de ayudarme? Solo te
pido compartir conmigo la pesadumbre de mis delitos, ayúdame!!!!
INDALESIO Marzo
2014