lunes, 6 de enero de 2020

ALGO NUEVO




Durante años he escrito de una forma peculiar, ni bien ni mal, sino de forma entre confusa y llamativa. Me guió la necesidad de ser entendido y usé y quizás abusé de la descripción narrativa, y para darle un toque de originalidad ciertas pinceladas de escritura automática, algo que no me resultaba fácil pero si el camino que deseaba emplear. La experiencia con la escritura automática fue en cierto sentido frustrante, no estaba habituado y su desarrollo me llevaba a cierta incomodidad que me hacia no estar contento, así que lo abandoné, sustituyendo le de nuevo por lo narrativo, eso si con cierto grado de peculiaridad por el uso de abundantes palabras cultas. Pero nunca abandoné el deseo no solo de mejorar mi escritura, sino de darle la frescura que me costaba tanto trabajo. Aprovechando que me encontraba fuera de los riesgos de la depresión habitual, en mi cotidiana personalidad, y acompañado de las necesaria urgencia por sentir que se acababa mi tiempo en los margenes del hombre lento, me dispuse a buscar cierto grado de originalidad en mis escritos. ¿Pero como hacerlo? Dividí los escritos en dos deseos, el deseo de la idea, y el deseo de la forma, me sentía cómodo en las ideas, porque fluían con naturalidad en mis composiciones, y cuando sentía que el vacío llenaba mis intenciones, abandonaba la escritura, con algo menos de cuatro días en mi tabuco, donde en compañía de la música esperaba el fin de mis momentos. Bueno he de decir que en la mayoría de mis escritos tienen un componente trágico, algo que ignoro los porqués, pero se que enfada a mis hipotéticos lectores que para nada quieren desgracias, que ya bastantes tenemos en nuestra vida cotidiana. Yo le llamo a este escritura la del sentimiento trágico de la vida, pero que puedo decir, me sale de forma natural aunque no me lo proponga. En cuanto al deseo de mejorar la forma, tengo mayores dificultades, muchas debido a mi falta de disponibilidad de tiempo y también a una cierta disléxia que me viene al pelo cuando me doy cuenta de mis errores, algo que no siempre me ocurre. Me pongo a escribir y cuando llevo tres renglones, me doy cuenta que escribo con letra cada vez más pequeña, tanto que antes de llegar a la mitad de pagina he convertido las letras en un reguero de hormigas y con bastante dificultad se puede leer. Busco una lupa de aumentos y el último renglón no puede distinguir que es lo que he escrito, así que debo dejar de juntar letras porque esta micrografía terminará por parecer una cinta en código morse. Me propuse que tenía que decidir, o abandonaba la escritura y me dedicaba a la lectura, o escribía solo para mi, aún con las muchas dificultades que se me presentaban, como es la la letra pequeña. Me senté en la butaca y puse en marcha la audición de HAYDN, cerré los ojos y esperé, había decidido que el tiempo se hiciera cargo de las mejorías que deseaba para mi vida.
 INDALESIO