viernes, 18 de julio de 2014

MANUSCRITO ENCONTRADO EN ALPANDEIRE




Volvimos al papel y al teléfono fijo cuando empezaron a cobrar. Primero whatsApp pidió cinco euros al año, luego las redes introdujeron la cuota y al final el propio internet exigió pago por servicio. Estaban en su derecho, pero hay que reconocer que nos tenían mal acostumbrados. No era solo la conexión, eran las descargas de música, vídeos, películas e, incluso, había quien se bajaba libros. Aquello era como la calle en donde todo se ve, todo se encuentra, todo se chalanea. Pero cuando más confiados estábamos, cuando nos tenían cogidos, empezaron con las excusas de los gastos, de que aquello no era una ONG (¿y qué es eso de una ONG? ¿algún juego nuevo o una red de pago? Lo que sea, ellos no eran eso, querían recuperar la pasta que cuesta trasmitir y sostener las infraestructuras. Escondidos en palabras complicadas nos llevaron a huerto y en un país donde hay más parados que currantes ya me diréis que se puede hacer.
Antes, por lo menos, te tirabas el día colgado del muro, oyendo música, descargando vídeos y transfiriendo archivos que no es que fueran cosa para pensar, pero por lo menos entretenían. Lo que es ahora se pasa uno las horas muertas sin nada que hacer, esperando a los colegas que ya están más vistos que el portal de tu casa, repitiendo lo mismo sin ser capaces de organizar esa marcha de protesta para que nos devuelvan el espacio virtual que nos han quitado. Porque ya no está uno para nada, pero esas cosas en otros tiempos terminaban en tangana. Siempre había alguien que reventaba las manifestaciones y empezaban los palos, las fotos, los videos y las llamadas de televisión para que les pasáramos las escenas en las que se vieran a los guripas dar leña. Ahora ¿para qué se va uno a manifestar si ni siquiera se puede gravar?
Y en papel no hay quien escriba y aunque se haga ¿para qué sirve? No vas a ir con la carta en la mano a dársela a uno que tienes al lado y al que no sabes que decirle. Con el móvil era otra cosa, las palabras te salían solas, que cómo estás, que qué haces, a quien ves, mira lo que me acaba de mandar fulano, esto si que es guay. Cosas de esas, inventando palabras y siglas, usando signos raros, dando cancha al coco. Lo que es ahora parecemos muertos sin saber que hacer ni a donde ir. Todo vale una pasta y cualquiera se mete en una página porno, te sale por un ojo de la cara. Ahora el que quiera fiesta que se busque un rollo o se la machaque con la imaginación, es lo único que todavía sale gratis. Dicen que es por la polución pero la pínga cada vez está más triste y tampoco tiene uno para viagra.

CIRANO