Volvimos al
papel y al teléfono fijo cuando empezaron a cobrar. Primero whatsApp pidió
cinco euros al año, luego las redes introdujeron la cuota y al final el propio
internet exigió pago por servicio. Estaban en su derecho, pero hay que
reconocer que nos tenían mal acostumbrados. No era solo la conexión, eran las
descargas de música, vídeos, películas e, incluso, había quien se bajaba
libros. Aquello era como la calle en donde todo se ve, todo se encuentra, todo
se chalanea. Pero cuando más confiados estábamos, cuando nos tenían cogidos,
empezaron con las excusas de los gastos, de que aquello no era una ONG (¿y qué
es eso de una ONG? ¿algún juego nuevo o una red de pago? Lo que sea, ellos no
eran eso, querían recuperar la pasta que cuesta trasmitir y sostener las
infraestructuras. Escondidos en palabras complicadas nos llevaron a huerto y en
un país donde hay más parados que currantes ya me diréis que se puede hacer.
Antes, por lo
menos, te tirabas el día colgado del muro, oyendo música, descargando vídeos y transfiriendo
archivos que no es que fueran cosa para pensar, pero por lo menos entretenían.
Lo que es ahora se pasa uno las horas muertas sin nada que hacer, esperando a
los colegas que ya están más vistos que el portal de tu casa, repitiendo lo
mismo sin ser capaces de organizar esa marcha de protesta para que nos
devuelvan el espacio virtual que nos han quitado. Porque ya no está uno para
nada, pero esas cosas en otros tiempos terminaban en tangana. Siempre había
alguien que reventaba las manifestaciones y empezaban los palos, las fotos, los
videos y las llamadas de televisión para que les pasáramos las escenas en las
que se vieran a los guripas dar leña. Ahora ¿para qué se va uno a manifestar si
ni siquiera se puede gravar?
Y en papel no
hay quien escriba y aunque se haga ¿para qué sirve? No vas a ir con la carta en
la mano a dársela a uno que tienes al lado y al que no sabes que decirle. Con
el móvil era otra cosa, las palabras te salían solas, que cómo estás, que qué
haces, a quien ves, mira lo que me acaba de mandar fulano, esto si que es guay.
Cosas de esas, inventando palabras y siglas, usando signos raros, dando cancha
al coco. Lo que es ahora parecemos muertos sin saber que hacer ni a donde ir.
Todo vale una pasta y cualquiera se mete en una página porno, te sale por un
ojo de la cara. Ahora el que quiera fiesta que se busque un rollo o se la
machaque con la imaginación, es lo único que todavía sale gratis. Dicen que es
por la polución pero la pínga cada vez está más triste y tampoco tiene uno para
viagra.
CIRANO
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