Se encontraba dando una
conferencia a un público entregado que llenaba la sala, los pasillos
de acceso e incluso desbordaba por la galería. Cuando más
interesante era su disertación, cuando el silencio era una dimensión
más del espacio-tiempo relativista, sonó el móvil que llevaba
apagado en el bolsillo. Como un autómata lo acercó al oído,
escuchó estupefacto lo que decía y salió corriendo entre la
multitud hasta perderse por el bullicio de la calle. Desde entonces
no se le ha vuelto a ver.
CIRANO