Ha caído la noche. Los perros ladran y ladran… El tintineo de algunas cencerras
evocan la rumiación de las cabras. Una única luz, tenue, en la fachada de una
casa de campo, solitaria. Con mi bastón avanzo desconfiado, pues uno de los
perros, de noche, se torna muy agresivo. La noche esta densa y oscura. Una
silueta aparece pegada, como esos dibujos sobre los cristales de las ventanas
de Les Halles parisino, pero enigmática y expectante. Atenta a cualquier
movimiento del exterior. Al acercarme a la casa, yo no puedo contener la
angustia y cierto miedo al evocar la figura de una mujer perennemente tras los
cristales de un lagar del arroyo Gálica, que en nuestros paseos dominicales,
durante años, veíamos con miedo y perplejidad. Más tarde supimos que llevaba años
esperando al novio que la dejó."La tia Juana enloqueció y ha pasado todo una
vida detrás de esa ventana.”, nos decía un sobrino.
Nuestra protagonista tiene 35 años. Apenas abandona la casa
familiar para ir al pueblo de compras o para llevar al médico a sus padres.
Como en “Aguas para chocolate”, es la menor de
siete hermanos y le ha tocado
cuidar los años crepusculares de sus progenitores. Como el destino se alía, a
veces diabólicamente, con las costumbres coercitivas, tuvo un novio y una
relación feliz, se casaron y, aunque le habían adaptado una cuadra de la casa
para ellos, "que su dinerito había costado,” se instalaron en la ciudad. Poco tiempo después nuestra Tita estaba de nuevo, donde tenia que estar, en
casa, con sus padres para cumplir su destino. Incógnita total. No se sabe
qué ocurrió.
Han pasado varios años de soledad, silencio, frustración y
trabajo en la casa y con el ganado. Es
una pastora bíblica.
Por otra parte esa
misma noche el único varón que aún vive en casa, ya había salido y volverá
tarde, según la madre. “Cosa que viene haciendo casi todos los días. Ha debido
encontrar alguna cosilla”. Es el que antecede a nuestra Tita en la fratría,
pero su destino es otra cosa, de hombre.
Hace unos meses el jefecillo de unos trabajadores de la
autopista, de 55 años, separado, en su
ir y venir sedujo a nuestra protagonista. Que es guapa, discreta, atractiva
y en pleno esplendor, como mujer en la
flor de la vida. Le costó obedecer las llamadas de su Deseo… y se fue con él.
Su viveza natural le hace revolverse y soñar que puede zafarse de su destino…pero volvió
Y otra noche, semanas más tarde, atenta al guiño de su enamorado le siguió y
convivió con él un tiempo…; pero pronto,
¡ ay ¡, de nuevo la fuerza del sino, y
vuelta al hogar, dulce hogar.
Y los padres con gran regocijo lo celebran. Pocas preguntas.
El padre comenta:
- Ya ves, le lleva 20 años. Y a cuidar ya mismo un viejo
haciéndoselo tó encima… ¡¡ A saber porqué está descasao y el pollo que está
hecho. No habría tenido otra mujer que mi niña
desde Benamejí hasta aquí.!!
Entre felicitaciones por la vuelta y prédicas
recriminatorias por lo que había hecho, nuestra Tita se debate en una pura
dialéctica , conflicto de severa lealtad:
el destino contra su Deseo y éste contra aquél…y el sino triunfa otra vez.
Un buen día, poco después, tras ayudar al ordeño, coge su
coche y se refugia en los brazos de su amor. Dura unas semanas, vuelve. En la
batalla personal sigue perdiendo el Deseo..
Y así es como la otra
noche en la fría cámara de la casa
espera pegadita a los cristales que venga a recogerla el dueño de su corazón;
ahora la sutil coerción aprieta. Aplasta.
¿ Será capaz de una nueva fuga?
Pero, ¡ ay ¡,
terrible decepción, no era él. Era yo… a por huevos.
Cuál será “ la suite
“ de la presente historia: ¿vencerá
el tradicional destino o la
viveza de nuestra protagonista?
BIRLIBIRLOQUE