sábado, 11 de enero de 2014

...Y TODAVÍA LA FUERZA DEL SINO

                         


Ha caído la noche. Los perros ladran  y ladran… El tintineo de algunas cencerras evocan la rumiación de las cabras. Una única luz, tenue, en la fachada de una casa de campo, solitaria. Con mi bastón avanzo desconfiado, pues uno de los perros, de noche, se torna muy agresivo. La noche esta densa y oscura. Una silueta aparece pegada, como esos dibujos sobre los cristales de las ventanas de Les Halles parisino, pero enigmática y expectante. Atenta a cualquier movimiento del exterior. Al acercarme a la casa, yo no puedo contener la angustia y cierto miedo al evocar la figura de una mujer perennemente tras los cristales de un lagar del arroyo Gálica, que en nuestros paseos dominicales, durante años, veíamos con miedo y perplejidad. Más tarde supimos que llevaba años esperando al novio que la dejó."La tia Juana enloqueció y ha pasado todo una vida detrás de esa ventana.”, nos decía un sobrino.
Nuestra protagonista tiene 35 años. Apenas abandona la casa familiar para ir al pueblo de compras o para llevar al médico a sus padres. Como en “Aguas para chocolate”, es la menor de  siete hermanos y  le ha tocado cuidar los años crepusculares de sus progenitores. Como el destino se alía, a veces diabólicamente, con las costumbres coercitivas, tuvo un novio y una relación feliz, se casaron y, aunque le habían adaptado una cuadra de la casa para ellos, "que su dinerito había costado,” se instalaron en la ciudad.  Poco tiempo después nuestra Tita estaba de nuevo, donde tenia que estar, en casa, con sus padres para cumplir su destino. Incógnita total. No se sabe qué ocurrió.
Han pasado varios años de soledad, silencio, frustración y trabajo en la casa y  con el ganado. Es una pastora bíblica.
 Por otra parte esa misma noche el único varón que aún vive en casa, ya había salido y volverá tarde, según la madre. “Cosa que viene haciendo casi todos los días. Ha debido encontrar alguna cosilla”. Es el que antecede a nuestra Tita en la fratría, pero su destino es  otra cosa, de hombre.
Hace unos meses el jefecillo de unos trabajadores de la autopista, de 55 años, separado, en  su ir y venir sedujo a nuestra protagonista. Que es guapa, discreta, atractiva y  en pleno esplendor, como mujer en la flor de la vida. Le costó obedecer las llamadas de su Deseo… y se fue con él. Su viveza natural le hace revolverse y soñar que puede  zafarse de su destino…pero volvió
Y otra noche, semanas más tarde,  atenta al guiño de su enamorado le siguió y convivió  con él un tiempo…; pero pronto, ¡ ay ¡,  de nuevo la fuerza del sino, y vuelta al hogar, dulce hogar.
Y los padres  con  gran regocijo lo celebran. Pocas preguntas.
El padre comenta:
- Ya ves, le lleva 20 años. Y a cuidar ya mismo un viejo haciéndoselo tó encima… ¡¡ A saber porqué está descasao y el pollo que está hecho. No habría tenido otra mujer que mi niña  desde Benamejí hasta aquí.!!
Entre felicitaciones por la vuelta y prédicas recriminatorias por lo que había hecho, nuestra Tita se debate en una pura dialéctica , conflicto de severa lealtad:  el destino contra su Deseo y éste contra aquél…y  el sino triunfa otra vez.
Un buen día, poco después, tras ayudar al ordeño, coge su coche y se refugia en los brazos de su amor. Dura unas semanas, vuelve. En la batalla personal sigue perdiendo el Deseo..
 Y así es como la otra noche en la fría cámara  de la casa espera pegadita a los cristales que venga a recogerla el dueño de su corazón; ahora la sutil coerción aprieta. Aplasta.   ¿ Será capaz de una nueva fuga?
 Pero, ¡ ay ¡, terrible decepción, no era él. Era yo… a por huevos.
 Cuál será “ la suite “ de la presente historia: ¿vencerá  el  tradicional destino o la viveza de nuestra protagonista?

 BIRLIBIRLOQUE