Ignoro como llegue a la
escalinata inacabable de la Catedral Blanca, pero estaba en una
esquina del primer tramo apoyado sobre un mogote duro y sucio. Tardé
unos minutos en reconocer el lugar y más por motivo de la Catedral
Blanca que por otro accidente geográfico. Quise saber que hacia
allí, pero si recordaba que hace un tiempo poco determinado había
decidido no preguntarme tantos porqués, y vivir el hecho presente.
Hilaba poco algún hecho que recordaba, con encontrarme en la capital
más deseada por mis inquietudes, como era París.
Tenía un severo dolor de
cabeza y de los huesos que forman mi espalda. Enderecé el tronco y
sonó un crujido poco audible pero si sentido. Estaba completamente
helado, con las manos moradas y las articulaciones entumecidas.
Cuando incorporé la cabezota, volvió a sonar las vertebras
cervicales, dolía con bastante intensidad. Sacudí con la mano, los
manchados pantalones, que era lo que alcanzaba mi vista, pero pensé
que se me caían los dedos. Unos pedruscos clavados en mis glúteos
me incomodaban y los evité girando el cuerpo, aunque eran otros
nuevos los que se clavaban. Al enderezarme me incliné hacia delante
y sujeté mi cabeza con ambas manos. Entonces escuché un tintineo
compatible con unas monedas al caer en un recipiente. Busqué y vi un
jarillo de lata justo delante y algunas monedas en su interior.
Cuando fui a cogerlos, más por curiosidad que por interés, apareció
una mano negra y arrastró el jarillo y su contenido. Levanté la
cabeza y me encontré una enorme negrota mascullando unas palabras
que desconocía su significado. Solo vi que vació el contenido, lo
introdujo en su bolsillo y el jarillo lo paso al bolsillo de su raída
y sucia chaqueta. No estaba en condiciones de discutir, así que pasé
a una realidad más concreta.
Muy despacio giré la
cabeza hacia la derecha, vi muchas personas con cámaras de foto y
cubiertos con plásticos de colores muy intensos. Algo más a la
derecha se veían los escalones amplios que ascendía quizás para un
lugar de culto, porque podía apreciar una construcción blanca y
bastante voluminosa que no podía identificar con exactitud. Después
giré a la izquierda, y era una rampa en semicírculo por donde
circulaban muchas criaturas, aunque con el estorbo de una ingente
cantidad de hombres y mujeres de color, que llevaban en sus manos y
unos hilos finos de colores que enlazaban en las muñecas para
fabricar una pulseras al parecer de buena suerte, porque no eran
especialmente bonitas.
Algo más entonado, noté
que me continuaba doliendo el culo y era con evidencia que estaba
sentado sobre piedras a forma de tochos o adoquines. Intenté
incorporarme, pero no era fácil, carecía de fuerzas, así que giré
en un sentido y en otro, después tomé impulso y sobre el lado
izquierdo me pude incorporar de forma inestable. En especial, el
incorporarme del todo fue una laboriosa tarea que me llevó largos
minutos. A mi alrededor algunas personas observándome, pero a una
cierta distancia. Me apoye en la barandilla y fui tomando contacto
con la posición bípeda, fue entonces cuando pude contemplarme.
Llevaba un solo zapato, el otro lo cubría un calcetín perforado a
nivel del dedo gordo. Los pantalones de franela con enorme
chorreones a nivel de la portañica y pernera derecha, estaba medio
descuadrado porque andaba sujeto con una correa de cuero bastante
deteriorada. Una chaqueta de twit absolutamente desgarrada por los
bolsillos y con manchas de múltiples colores y tonalidades. Miré en
bolsillos y repliegues y nada encontré, algún resto de papel útil
en el bolsillo posterior del pantalón. Cuando terminé la inspección
estaba algo mejor, pero continuaba aterido y con un temblor intenso.
Me moví y dí unos pasos, fue entonces cuando pude contemplar el
blanco marmóreo del SACRÉ COEUR. Las únicas palabras que pude
mascullar fue, AHJ ...AHJ
INDALESIO Dic. 2014