Supón amigo que te
encuentras en la edad de la estulticia, esa edad de los doce a los
catorce años. Voz que comienza a cambiar, con tono que oscila del falsete al grave, enorme curiosidad por saber de casi todo, aparición
de atributos masculinos, pelos en las piernas y cara, y una
inexplicable atracción por notar el sexo relleno y duro.
Los conocimientos son
reducidos y se funciona por mimetismo, como mucho se producen
enfrentamientos para defender alguna idea no sabida solo escuchada en
algún corro de jóvenes imberbes. Y en cuanto al comportamiento que
decir, se es el centro de todas las soflamas, regaños y
requerimientos de la autoridad de la familia y académicas.
Una vez diseñado el
perfil, consideramos como se comporta ante el daño físico. Vas en
la bicicleta que le has mangado a tu hermano mayor, y henchido de
autoridad sobre el control físico, derrapas en las curvas frenando
con la trasera, haces el caballito al iniciar un ascenso, y sorteas
piedras y restos de construcción en un llano próximo al domicilio.
Cuando notas que sudas y respiras fuertes decides dejarlo por el
momento, entonces abandonas la atención y chasss, una jodida piedra
se cruza en el camino y dobla la rueda delantera, caes con gran
violencia y apoyas la mano derecha en el fragmentado suelo, y
entonces nota un chasquido y un fuerte dolor en la muñeca. Cuando te
enderezas y sientas, ves con auténtico horror que la muñeca derecha
está completamente deformada y semeja el dorso de un tenedor. No
quieres gritar porque ya eres un proyecto de adulto, pero te duele
tanto que sientes como perdida del conocimiento y que sudas con gran
profusión. Te sujetas el antebrazo y dudas entre correr hacia tu
casa o gritar pidiendo auxilio. Decides dirigirte hacia tu casa y
abandonas la bicicleta, aunque no desea perderla. Completamente
descompuesto llega a casa y toca el timbre con la frente, no se
atreve a soltar el antebrazo, su madre grita al ver la deformidad del
brazo de su hijo y organiza el traslado al Hospital. Lloras
desconsoladamente porque te duele y porque estas asustado, sabes que
solo estás en el inicio del asunto y que en los próximos dos meses
no podrás hacer mucho y que el verano está liquidado. Antes de ir
para el Hospital te cambias de pantalones porque tu madre se ha dado
cuenta que te habías meado encima. Abochornado apoyas tu cabeza en
el pecho de tu madre mientras te diriges en un Taxi hacia el
Hospital, ahora dejas de jadear y llorar porque sientes el consuelo
de tu madre.
INDALESIO Julio 2015