sábado, 3 de mayo de 2014

PARA EDUCAR A LOS NIÑOS

                                               




Quise ser un niño común y corriente, pero siempre estaba en el eje de las tormentas. Miraba con admiración esos niños que se ríen y que juegan con signos evidentes de alegría, les envidiaba. Quise emularlos e intenté reír con fuerza, pero solo salió un remedo de sonrisa, por más que lo intentaba no conseguía darle naturalidad y alegría a mis actos. Cuando salía del colegio veía a los demás compañeros, sujetos por los hombros, gritarse entre risotadas,  palabras alegres y divertidas. Yo decidí que tenía que cambiar, que debía parecerme a los demás, y emulé su comportamiento, pero se veía que yo simulaba y que mis gritos y risas  no eran ni parecida a la de los demás, así que antes de que me desplazaran me aparté yo.
Todo aquello no pasaba desapercibido a los curas que vigilaban nuestras vidas, y un día me citaron para hablar conmigo. Me dijeron que no les dijera nada a mis padres, que después ya tendríamos tiempo. Obedecí 
Me recibió un cura joven y muy fuerte, me ordenó sentarme y me puso el brazo por encima de mis hombros. Acercó su cara y me bisbiseo unas palabras que parecían las propias de un confesionario, me separé prudentemente para manifestar mi rechazo a ese tipos de cosas, pero continuo como si tal cosa, me habló de lo cercano que deberíamos estar  los unos con los otros, como ayudarnos y como conseguir alegrar nuestros corazones. Un cura mas talludo y con aspecto de dominio de situaciones entró, me saludo y se sentó a distancia detrás de una mesa. Me dijo que estaban muy preocupados conmigo, mis malas calificaciones, ni retraso en aprender me estaban llevando al aislamiento personal y eso para un joven como yo era muy preocupante. Queremos ofrecer a tus padres la posibilidad de que entres en la casa que tenemos para preparar jóvenes con la categoría de Hermano, ya que por tus bajas capacidades será la mejor que aspires a ser Hermano y te prepares para un desarrollo personal y profesional de nivel adecuado. Podrás ayudar a tus superiores en todo aquello que te lo soliciten y ellos serán la guía espiritual y mundana que con toda seguridad necesites.
Nada dije, solo le pregunte que cuando hablarían con mis padres, ellos me pidieron que mantuviera silencio sobre lo que tendríamos que continuar hablando. De momento mi director espiritual sería el padre Jordan aquí presente, cualquier cosa que deseara o necesitaras saber, le preguntas a él.   
Como no podría ser menos, aquella misma noche hablé con mis padres y le conté, armándome de valor, todo lo que me había sucedido y mis preocupaciones, cuando terminé me mandaron a la cama. El día siguiente me despertó mi madre y me vistió de fiesta, me llevaban al médico, callé y colaboré. Después de muchas pruebas psicotécnicas, físicas e intelectuales llegaron a una conclusión, padecía una soberana y alarmante sordera, causa de mi falta de atención y de mi atraso secular. Salí del gabinete con un aparato acoplado a mis orejas, resultaba que el mundo era distinto, tenía sonido y ese sonido entraba en mi cerebro como por una autopista.  Comencé a comprender cosas, me pude relacionar con mis semejantes, hice amigos con los que compartí alegría y secretos, y mi vida dio un cambio que  me hizo acercarme a la normalidad  y en especial disfrute con el conocimiento.

INDALESIO Marzo 2014