sábado, 6 de febrero de 2021

YAMILA III (Ùltimo)



Estaba amaneciendo cuando apareció Yamila y me dio los buenos días, me advirtió que en media hora salíamos para el Hospital Frank País. Sentí un leve mareo al incorporarme , me paré y giré hacia la derecha, quedé quieto y el mareo no paraba, me acosté boca arriba y levanté ambas piernas, después de unos minutos cedieron los giros y recuperé el sentido, jamás me había ocurrido algo parecido y me quedé inquieto. Leve desayuno y un repaso a los datos clínicos de mi enfermo. Me encontraba algo inquieto y lo achaqué a los nervios, pero como de vez en cuando sentía un giro de mi cerebro, tomé la determinación de vomitar para aliviar mi desazón. Después de responder a la introducción de mis dedos en la garganta hice un vomito amargo que me provoco una severa sensación de asco, pero alivió el mareo. Yamila mientras tanto me miraba con ojos de inquietud por el ruido de mis arcadas , luego se tranquilizó al verme más recompuesto. Salimos de la legación escoltados por dos motoristas y a mitad de camino sentí que de nuevo comenzaba a repetir el mareo y una gran inquietud con escalofríos. En la puerta del Hospital le pedí que parara y salí del coche con el vomito en la boca, fue mi primera desconexión con la realidad. Me subieron en una camilla y recuperé mis emociones, Yamila me trajó un pijama de médico y me ayudo a cambiar la ropa, mientras un grupo de médicos rodearon la cama y me colocaron un suero con algún medicamento desconocido para mi, y en efecto mejoré bastante e incluso me levanté y saludé a todos los presentes. Insistieron en que permaneciera en la cama y continuara la sueroterapia, pero yo me hice el valiente y les pregunté por mi paciente camino de la zona quirúrgica. Todos fueron saludos llenos de amabilidad y el aspecto del Hospital era bastante aceptable, aunque tenía años encima. Al llegar a la zona quirúrgica sentí de nuevo escalofríos y mareos, y supe que volvía a perder los sentidos como en efecto ocurrió, me subieron a una cama y de nuevo me pusieron una vía periférica con suero. Un personaje grande y envejecido se acercó a la cama de lo que debía ser la recuperación quirúrgica, se agachó y me dijo con voz llena de amabilidad, “soy el Dr. Alvarez Cambra, cirujano ortopédico de este Hospital, creo mi querido amigo que no esta usted en condiciones de operar y menos al general, así que sintiendo mucho esta adversidad yo voy a comenzar la intervención, conozco perfectamente la técnica quirúrgica de las Prótesis de resuperficie de cadera. Estamos pendiente de los análisis pero sospecho querido compañero que sufre usted un Dengue, y va a necesitar Hospitalización durante varias semanas, y ya que es usted médico le diré que el Dengue a veces deja algunas secuelas. En verdad que me encontraba mal y con fiebre muy alta, así que deje de preocuparme de la intervención quirúrgica del General y entregué mi cuerpo para recuperarme lo antes posible, como así fue ya que después del diagnóstico que resulto ser la fiebre de Chicungunya, la recuperación duraría tres semanas. El Dr, Alvarez asomó por mi cama y me dijo que la intervención había salido con para bienes y sin complicaciones, me enseñó las radiografías y me quedé mudo , una de las piezas de la prótesis estaba mal implantada y los componentes invertidos, pero como él estaba muy satisfecho no le comenté absolutamente nada. Me trasladaron a una habitación donde permanecí cuarenta y ocho horas, sin que nadie ni incluida Yamila asomara por allí, pasados esos días le pedí salir del Hospital e irme directamente al aeropuerto. Un funcionario me preparó todo y organizaron mi evacuación, ya que en verdad me encontraba sin fiebre y con buen estado. El último día me visitó un cirujano con muchos entorchados y según me comentaba el proceso iba en remisión, pero aun no es posible que se me facilite el visado para regresar a España, y sería por motivos especialmente políticos. Por primera vez me sentí indignado y elevé el tono de mi voz, por supuesto que el militar ni se inmutó pero no se sintió cómodo, me prometió realizar algunas gestiones, entonces cometí la imprudencia de amenazar con sacar a la luz la chapuza que le habían hecho en la cadera operada. El militarote me miró con ojos enrojecidos y salió dando un portazo. No había pasado media hora, cuando llamaron a la puerta, estrechamente vigilada por dos soldados de uniforme, compareció Yamila. Me pidió disculpas por no haberme atendido con dedicación suficiente, y se mantuvo en pie mientras me hablaba de la necesidad de llegar a un acuerdo con respecto a la cadera del Jefe del Estado Mayor. Me sentí más seguro por poseer un as en la manga y decidí jugar mis cartas, le advertí a Yamila que estaba muy cabreado y que necesitaba revisar las radiografías de la cadera del hasta ahora, mi paciente. Ella se apoyo en la barandilla de la cama y sacando una poderosa sonrisa me dijo que era un chico malo que podía hacer daño y que ella no me recomendaba esa actitud. Me propuso evacuarme de la isla en un plazo de cuarenta y ocho horas en el avión de las aerolíneas españolas, y que en esos días de estancia ella se ocuparía de que no olvidara mi felicidad. Mantuve el rictus de seriedad y le indiqué que yo le proponía otra situación. Operar de nuevo al general y ponerle la cadera en condiciones optimas, una vez resuelto la parte ortopédica aceptaba la evacuación con un certificado de lo hechos ocurridos y resueltos. Le advertí que nada de negociación, era eso o eso, así que deberían ponerse a trabajar y darme la solución en pocas horas, para que pudiera poner en marcha la intervención quirúrgica. Después de veinticuatro horas apareció Yamila en la casa de Siboney con el que se identificó como hijo del líder de la revolución, la propuesta era que aceptaban la reintervención pero que nada de informes del fracaso quirúrgicos, ni entrevistas a la prensa al menos durante veinte años. Un obsequio del pueblo cubano me acompañaría en mi regreso a España. La intervención de recambio quirúrgico fue exitosa y se pudo arreglar el desaguisado de la prótesis implantada por el Dr. Alvarez. Dos días después y siempre acompañado por Yamila se me autorizó salir de la bella isla, fue entonces que la linda mujer me contó la verdad de los hechos ocurridos. El líder de la revolución no quería para nada tener en retaguardia al peligroso Miguel Diaz-Canet y habían orquestado esta torpe escenografía para eliminar al famosos político de la sucesión del gobierno de la isla. He permanecido callado hasta cumplir con mis promesas de silenciar este grave suceso. En la escalerilla del avión vi por última vez a Yamila y nos besamos sabiendo que no la volvería a ver. En estos veinte años nadie me ha importunado sobre estos acontecimientos y ya en verdad poca importancia tiene los asuntos geoestratégicos de la bella isla del caribe. Esta mañana justo cuando cumplen los veinte años de aquellos acontecimientos, he recibido un paquete pequeño muy protegido con cartón y con la dirección de mi clínica , dentro un CD con música cubana de Yamila y su Charanga F. Me mandaba un cariñoso saludo personal y en la nota una advertencia, "el curso de la historia no se puede modificar".


INDALESIO