sábado, 9 de febrero de 2019

MODO MUDO





Quizás la primera noticia que me refirió  fue  un encuentro ocasional en la calle Mano de Hierro de la ciudad universitaria , allí me encontré con Luis un compañero de Colegio que fue quién  lo contó con aires de misterios, aunque quizás con muchas precauciones por desconocer su trama completa.
Siempre que teníamos un encuentro, por descontado ocasional, me hacia preguntas sobre los amigos de la infancia y hacía hincapié en los temas más escabrosos de nuestras vidas. Después del primer repaso general sin aparente interés, solo algunos decesos ya conocidos y algunas referencias de enfermedades que castigaban la senectud de nuestra generación, me hizo una pregunta con deseos de usarlo como introducción para una noticia que podía ser un bombazo. Soy un experto en evitar noticias trágicas, porque ya tengo suficiente con las que yo genero, así que alargué la mano con deseo de despedirme, él la miró con curiosidad y la sujetó no sin antes advertirme que quería contarme el asunto porque quizás yo le podía ayudar. Me dio vergüenza dejarlo en la calle y soltando la mano me dispuse a escucharlo, no sin antes advertirle que yo estaba retirado de toda actividad y que vivía recluido en mi domicilio. Me ofreció un café, pero le negué con un tono de inicio de cabreo y lo justifiqué por una dolencia de estómago sin trascendencia. Le empujé el brazo y nos retiramos hacia el lado izquierdo de la calle para evitar el gentío, allí algo incomodo me contó la historia de nuestro compañero Indalesio.
Me advirtió que aquel niño bajito con flequillo y ojos almendrados no lo reconocería, porque ahora era alto con un generoso bigote y con apariencias de hombre curioso. Había estudiado una carrera Universitaria superior y había ejercido su actividad laboral con bastantes parabienes, se había casado y tenía tres hijas, es decir una vida dentro de los cánones de la normalidad. Hacía cuatro años que se había jubilado y fue en esos momentos cuando empezó a comportarse de forma discretamente anormal.
Siempre había sido muy charlatán y participativo en los círculos de amigos , entre otras cosas porque sus opiniones tenían peso especifico y fundamentos más que sobrados. Cuando se elevaba el ruido de charla imponía sensatez bajando la voz, obligando a los demás a prestar mayor atención. Pero parecía que cada vez tenía menos interés en escuchar a los demás, y conforme avanzaba el tiempo y nos hacíamos más mayores dejo gradualmente de dar opiniones y de participar en las discusiones con los amigos, hasta un punto que ya ni siquiera se despedía y no respondía a las preguntas. Se sujetaba la cabeza con las manos y fijaba su mirada hacia nada en concreto, pero de hablar nada de nada. El Otorríno dijo que nada patológico y que con seguridad se debía a algo psiquiátrico, y que hasta que no resolviera su conflicto mental no volvería hablar y participar.
Me tenía absorto e intima mente interesado en el cuadro patológico, pero ninguna experiencia en el tratamiento, ni en el enfoque psicoterapéutico, así que solo le pude prometer que me interesaría por ayudarle. Dos meses después me dieron la noticia que no articulaba palabra alguna y que le estaba afectando su organismo, ya no salía de casa y no conocía a nadie .Al mes recibí un correo dando la hora de su incineración y responso.
No encontré información alguna en el Wikipedia, sobre las patologías de modo mudo.

INDALESIO