viernes, 6 de junio de 2014

SUEÑOS PERDIDOS



                                 

Habitualmente caigo en la cama tan cansado que a los diez minutos de leer, el libro cae sobre mi cara. Recojo los aperos y apago la luz. Como soy de edad avanzada, pero no viejo, al menos una vez en la noche tengo que levantarme para aliviar mi vejiga, pero con rapidez vuelvo a coger el ritmo de mis ensoñaciones. Al despertar, ayudado por el reloj biológico que tengo dentro de mi cabeza, me levanto como un resorte y mientras hago la cama intento recordar mis sueños más placenteros, pero aunque lo suelo hacer con celeridad, nunca consigo recordar cual ha sido mi sueño más grato.
Se que sería muy interesante y emotivo el poder disfrutar de mis ensoñaciones, porque sé que son gratos, no me predicen cosas desagradables y contribuirían  a completar la felicidad que conduce el descanso temporal de la noche.
Pasaron algunos días antes de que me volviera a las entendederas lo de los sueños, y decidí tomar algunas medidas. Coloqué al alcance de mi mano una grabadora para relatar con precipitación y antes de levantarme lo que contenía  mis sueños. Inútil u baladí, aunque lo intenté llegaba tarde y el sueño se desaparecía como por arte de magia, cuando no se  iba olvidando con la misma celeridad que lo intentaba recordar y verbalizar.  A los varios intentos lo di por imposible y olvide la grabadora y me resigné a no recordar mis sueños.
Pero nunca olvidé mis deseos de disfrutar de los hechos de la vida durante la inducción del sueño, y me informe. Decidí tomar medicación psicotrópica que aligeraba el sueño y lo hiciera más presente, pero me producía el efecto inverso, dormía como un lirón. Cuando lo suspendí tarde tiempo en regularizar el sueño, y ya nunca lo volví a recuperar con la armonía con la que lo disfrutaba antes.
Al fin y no sin que pasaran muchos meses e incluso años, olvide que deseaba recuperar para el consciente mis sueños, hasta que se cruzo en mi camino un personaje peculiar y de indudables dotes de genialidad para la hipnosis. Me convenció de que me sometería a una sesión de hipnosis y conseguiría sacar de mi mente todas esas maravillosas ensoñaciones que habían adornado mis noches. Hablaría conmigo mientras me encontraba inducido y gravaría nuestra charla, incidiendo con mayor insistencia en aquellos aspectos menos escabrosos de mi subconsciente. Se llamaba El MAGO HERMANN BROCH y era oriundo de loa países germánicos.
Cuando me pregunto por la parte que no quería que removiera, me comenzó a rondar por la cabeza hechos que solo podía compartir conmigo mismo y que bajo ningún concepto debían pasar a la luz, así que empecé a tener dudas y algo de miedo, porque como ya dije en otra ocasión he cometido delito, muchos delitos, y jamás querría que nadie se enterara, ni incluso yo mismo. Así que lo mejor que podía hacer es no remover lo que bien asentado está. Le pedí disculpas y achaque mis dudas a convicciones religiosas insuperables.
Hace más de cinco años que aunque duermo mal, no tengo ni lo más mínimos atisbos de ensoñaciones y sinceramente no quiero  recuperarlos.

INDALESIO Abril 2014