domingo, 17 de marzo de 2013

EL FANTASMA DE LA REPUBLICA






Al fin me liberé de los famosos fantasmas que desde hacia varios días me atosigaban, y digo famosos porque me enteré de su existencia en la prensa del movimiento nacional que apareció con hoy tres días. Me explicó, en las letras redondillas del asqueroso libelo que reparten sin cargo en los puestos de suministro de víveres, aparece una noticia que me perturbó y que con toda seguridad inquietó a todos los conciudadanos, una imagen grande y cubierta con un paño negro de franela se encontraba desde hace dos días subida a la cornisa del Ministerio del Interior, en un lugar imposible de llegar y por supuesto de rescatar. Se aviso con urgencia a los especialistas del ejercito, únicos especialistas ya que los civiles aún no habían sido localizados y menos movilizados. Pero carecían de medios para poder realizar una recuperación en toda regla. Un observador muy experimentado y con muchas medallas en su haber concedidas por la caza de maquis con carabina de alta precisión, fue localizado y preguntado por su opinión del objeto que permanecía en la cornisa, este especialista permaneció observando con un catalejos durante varios minutos y al fin dio su parecer, era una persona acorpórea  que para ser visionada se había puesto un manto que diera forma a su imposible visión de masa corporal. Para confirmar la teoría del especialista se elevó un micrófono con una pértiga, y se escuchó detenidamente si emitía sonido alguno, siendo imposible poder confirmarlo. Fue entonces cuando me buscaron, yo me encontraba detenido en el cuartel de Caballería número 22, por un delito del que no me consideraba culpable, había sido visionario de los movimientos del ejercito que guerreaba contra la república, y sospechaban tenía un don sobrenatural para descubrir estrategias militares, así como descubrir enrevesados problemas de identidad. Fui sacado casi arrastra de mi celda colectiva, porque sospechaba me iban a fusilar, como ocurría casi a diario. Pedí un cigarrillo como última voluntad y mi carcelero se rió. Me condujeron delante de un Comandante con bigote finito y pelo engominado, y me explicó que me necesitaban para resolver un asunto vital, yo acepté que más podía hacer. Fui llevado con violencia en una camioneta junto al apeadero del Ministerio del Interior, después y aún con mis manos atadas con cuerdas de pita, me señalaron hacia la cornisa donde permanecía la figura cubierta con el paño negro de franela.                                                     ¿Qué es aquello? Me preguntaron, con una pistola apoyada en mis sienes. ¿Yo que podía responder?  Sino lo hacia, seguro que el subteniente especialista de los fusileros que apoyaba su pistola en mis sienes dispararía, dije lo que creí en aquel momento. Aquello era el fantasma del Presidente de la República, que se había corporeizado para ser testigo de los acontecimientos de la devastación de la capital de la República.                    El subteniente hizo amago de apretar el gatillo y yo sentí el preámbulo del disparo, pero se escuchó una voz que detenía aquella ejecución y pedía que le llevaran a su presencia al atrevido personaje que había dicho semejante locura. No pude sino tragar saliva, y agradecer al destino que me permitiera vivir unos momentos más. En aquellos días había decidido que yo era un personaje sin pasado y aún menos sin futuro. Delante de un orondo personaje con traje negro y peinado hacia atrás, me colocaron levantando mi cabeza tirando de mis débiles pelos. Encendió un cigarro y me miro durante varios minutos, me preguntó el porqué de relacionar la silueta de la cornisa con el fantasma del Presidente de la salvaje República. Yo buscando conseguir algunos minutos para respirar, le respondí que mis poderes no guardaban relación lógica, solo eran atributos recibidos durante mi gestación, y que eran distribuidos por mi madre y mi desconocido padre, pero que estaba seguro que no me equivocaba. Tiró el cigarrillo y ordenó que me devolvieran a la cárcel, después habló con el personaje militar que me había llevado, de algo que nunca sabré. Soñé varios días con el fantasma del Presidente de la República, y al amanecer del cuarto día me llamaron y me condujeron junto con otro personaje algo obeso y con gafas tipo quevedos al paredón del cementerio municipal, allí dispararon tres descarga de fusilería sobre nuestros maltrechos cuerpos.
  INDALESIO                                                                   28 de abril de 2007