sábado, 8 de marzo de 2014

ESCUELA DE ESCRITORES


                           




Hace algunos años decidí mejorar mi capacidad de escribir, me llevaron varios motivos, uno mi torpeza a juntar palabras, otras dar salida a mi inagotable capacidad de fantasear y por último que me permitía permanecer en mi cueva dando salida al gran volumen de lectura que poseía.  
Mis primeros escritos los guardo por ese pudor  que produce  incluso tirarlos a la basura, porque pudiera ser que alguna vez me riera de semejantes colección  de burradas, y de incorrecciones ortográficas. Pero en vez de pararme me sentí estimulado a continuar, y contaba cosas sin límites, los guardaba en los soportes digitales y quizás hasta me olvidaba de haberlos escritos. Lo digo, porque descubrí no hace mucho la reiteración de algunos temas, que parece me inquietan en exceso.
 Pero existe algo que no conseguí corregir, uno mi dificultad para corregir lo ya escrito, me cansa una barbaridad y además quizás hasta desvirtuaba mis primigenias intenciones, y le hago perder la frescura de lo escrito, por expreso deseo. La otra cosa es la reincidencia en escribir en primera persona y de asuntos que pudieran rallar lo tétrico, oscuro, triste y abyecto.  
Me di un plazo y desarrollé una rutina, escribir durante dos horas los fines de semana, mañana y tarde, el resto del tiempo lectura sin parar. Pero tenía un inconveniente, la sensibilidad en lo escrito no es igual un viernes tarde que un domingo de mañana, y cuando dejaba una idea a medias, era incapaz de coger el mismo ritmo y sentido que cuando le comencé.
Como pude constatar que no  conseguía corregirlo, y estando deseoso de escribir algo que realmente me gustara, busqué ayuda en el exterior. Después de muchas vicisitudes, encontré una escuela de escritores que trabajaban “on line” y en presénciales dos veces al mes, y con un precio asequible a mis posibilidades.  Mi tutor se llama Sunny, es bastante bonita y parece tener mucha idea de estructura literaria, pero poca del tratamiento que se debe dar a los sentimientos del escritor. Ayer tarde cuando hablábamos del sentimiento trágico de mis escritos, me dijo que me olvidara de corregir esa tendencia, porque formaba parte de mi manera de ver el mundo, y que si realmente quería quitarlo de mis pensamientos debería ir a un psiquiatra, aunque las posibilidades eran pocas, porque mi mente esta más cerca de la perversión  fruto de mi soledad, que de una normalidad, que incluso ella misma no conocía.   
Le recriminé que no supiera cuales son los limites de la normalidad y que yo al fin le pagaba para que me ayudara a salir del marasmo en que me encontraba, porque necesitaba escribir algo que realmente me gustara tanto a mi como a mis hipotéticos lectores. Entonces se ofreció a escribir algo para mí, realmente bueno, una novela corta en la que llevaba trabajando años. Me quedé parado y por mi mente pasaron más de doscientas posibilidades, hasta que de pronto decidí una. Aceptaría, ¿porque?
Soy una persona con posibles y quiero dejar algo que ocupe espacio en el recuerdo de la literatura, aunque sea del mundo más cercano  donde vivo. Yo como persona, ni he sido ni seré nada, y quedando poco para acabar con mi triste existencia quiero aunque sea con un engaño, dejar algún recuerdo.
La novelita que publique se llama EL ATERRADOR DESEO y solo se vendieron treinta ejemplares, de mi  se continua sabiendo poco  y de Sunny menos porque se dedico a las novelas de terror, fruto de su gran desengaño literario y personal, porque se caso conmigo.


INDALESIO Febr.2014