Hace algunos
años decidí mejorar mi capacidad de escribir, me llevaron varios motivos, uno
mi torpeza a juntar palabras, otras dar salida a mi inagotable capacidad de
fantasear y por último que me permitía permanecer en mi cueva dando salida al
gran volumen de lectura que poseía.
Mis primeros
escritos los guardo por ese pudor que
produce incluso tirarlos a la basura,
porque pudiera ser que alguna vez me riera de semejantes colección de burradas, y de incorrecciones ortográficas.
Pero en vez de pararme me sentí estimulado a continuar, y contaba cosas sin
límites, los guardaba en los soportes digitales y quizás hasta me olvidaba de
haberlos escritos. Lo digo, porque descubrí no hace mucho la reiteración de
algunos temas, que parece me inquietan en exceso.
Pero existe algo que no conseguí corregir, uno
mi dificultad para corregir lo ya escrito, me cansa una barbaridad y además
quizás hasta desvirtuaba mis primigenias intenciones, y le hago perder la
frescura de lo escrito, por expreso deseo. La otra cosa es la reincidencia en
escribir en primera persona y de asuntos que pudieran rallar lo tétrico,
oscuro, triste y abyecto.
Me di un plazo
y desarrollé una rutina, escribir durante dos horas los fines de semana, mañana
y tarde, el resto del tiempo lectura sin parar. Pero tenía un inconveniente, la
sensibilidad en lo escrito no es igual un viernes tarde que un domingo de
mañana, y cuando dejaba una idea a medias, era incapaz de coger el mismo ritmo
y sentido que cuando le comencé.
Como pude
constatar que no conseguía corregirlo, y
estando deseoso de escribir algo que realmente me gustara, busqué ayuda en el
exterior. Después de muchas vicisitudes, encontré una escuela de escritores que
trabajaban “on line” y en presénciales dos veces al mes, y con un precio
asequible a mis posibilidades. Mi tutor
se llama Sunny, es bastante bonita y parece tener mucha idea de estructura
literaria, pero poca del tratamiento que se debe dar a los sentimientos del
escritor. Ayer tarde cuando hablábamos del sentimiento trágico de mis escritos,
me dijo que me olvidara de corregir esa tendencia, porque formaba parte de mi
manera de ver el mundo, y que si realmente quería quitarlo de mis pensamientos
debería ir a un psiquiatra, aunque las posibilidades eran pocas, porque mi
mente esta más cerca de la perversión
fruto de mi soledad, que de una normalidad, que incluso ella misma no
conocía.
Le recriminé
que no supiera cuales son los limites de la normalidad y que yo al fin le
pagaba para que me ayudara a salir del marasmo en que me encontraba, porque
necesitaba escribir algo que realmente me gustara tanto a mi como a mis
hipotéticos lectores. Entonces se ofreció a escribir algo para mí, realmente
bueno, una novela corta en la que llevaba trabajando años. Me quedé parado y
por mi mente pasaron más de doscientas posibilidades, hasta que de pronto
decidí una. Aceptaría, ¿porque?
Soy una persona
con posibles y quiero dejar algo que ocupe espacio en el recuerdo de la
literatura, aunque sea del mundo más cercano donde vivo. Yo como persona, ni he sido ni
seré nada, y quedando poco para acabar con mi triste existencia quiero aunque
sea con un engaño, dejar algún recuerdo.
La novelita que
publique se llama EL ATERRADOR DESEO y solo se vendieron treinta ejemplares, de
mi se continua sabiendo poco y de Sunny menos porque se dedico a las novelas
de terror, fruto de su gran desengaño literario y personal, porque se caso
conmigo.
INDALESIO
Febr.2014