Su vida profesional
discurrió en varios hospitales, unas veces por voluntad propia y
otras por necesidades profesionales, y en verdad en todos los lugares
donde laboró se sintió a gusto. Fueron tres los Hospitales donde
desarrolló su actividad profesional, en el último fue donde
permaneció mayor tiempo y donde siendo ya un profesional formado fue
capaz de desarrollar sus habilidades y capacidades aprendidas.
No piensen que esa
coincidencia puede ser concurrente con la del conocido médico y
autor literario Indalesio Carrera, no. Todo es pura coincidencia,
porque se llaman de parecida manera y coinciden en su oficio, aunque
uno fue médico sacerdote y el otro cirujano de los huesos, oficio
que les reportó no pocas satisfacciones y algunos recursos
monetarios. A usted lector, le quiero llevar la información solo del
que tiene mayor interés, el médico sacerdote que penó en las
colonias del Imperio español durante veinte años .
Este robusto sacerdote
originario de las provincias de Navarra, entró en contacto con la
iglesia en los años de 1650, habiendo sido desde pequeño impulsado
por su devota madre a coger los hábitos, como la mejor manera de
salir del medio rural. Esperando destino una vez cantada su primera
misa, desaparece por los lares de un Priorato gallego, donde
permanece dos años dedicado a la gestión económica. Una vez
adquirida suficiente formación pasa al seminario de Comillas donde
entra a formar parte de la Compañía de Jesús, para su posterior
traslado a las colonias americanas y en concreto los llanos de Moxos.
Allí participa en la producción de la Quinina, en su depuración y
en la demostración de su gran utilidad, en especial a los tozudos
ingleses que crearon una negativa leyenda sobre su uso y utilidad.
Consigue el jesuita Carrera recomendar su uso para la Condesa de
Chinchón que fue diagnosticada de unas malarias y que gracias a su
uso curo la chinchona, rompiendo el aislamiento del producto y
consiguiendo publicar con gran éxito un libelo sobre sus enormes
ventajas y eficacia de la más tarde conocida como Quinina.
Pero toda esta historia
quedo apagada y desdibujada por la ley del silencio que hizo
desaparecer toda la información sobre los científicos del seminario
del Loreto, perteneciente a los Jesuitas, con los informes sobre los
beneficios de la corteza del quino y su aplicación en el tratamiento
de las jodidas fiebres. Así quedó un silencio impuesto sobre las
propiedades de este aún genial producto y de los científicos que lo
desarrollaron, desapareciendo el quizás primer médico jesuita que
confió en la sabiduría de los pueblos que poblaban las Américas.
INDALESIO