sábado, 21 de julio de 2018

DAMMATIO MEMORIAE





Su vida profesional discurrió en varios hospitales, unas veces por voluntad propia y otras por necesidades profesionales, y en verdad en todos los lugares donde laboró se sintió a gusto. Fueron tres los Hospitales donde desarrolló su actividad profesional, en el último fue donde permaneció mayor tiempo y donde siendo ya un profesional formado fue capaz de desarrollar sus habilidades y capacidades aprendidas.
No piensen que esa coincidencia puede ser concurrente con la del conocido médico y autor literario Indalesio Carrera, no. Todo es pura coincidencia, porque se llaman de parecida manera y coinciden en su oficio, aunque uno fue médico sacerdote y el otro cirujano de los huesos, oficio que les reportó no pocas satisfacciones y algunos recursos monetarios. A usted lector, le quiero llevar la información solo del que tiene mayor interés, el médico sacerdote que penó en las colonias del Imperio español durante veinte años .
Este robusto sacerdote originario de las provincias de Navarra, entró en contacto con la iglesia en los años de 1650, habiendo sido desde pequeño impulsado por su devota madre a coger los hábitos, como la mejor manera de salir del medio rural. Esperando destino una vez cantada su primera misa, desaparece por los lares de un Priorato gallego, donde permanece dos años dedicado a la gestión económica. Una vez adquirida suficiente formación pasa al seminario de Comillas donde entra a formar parte de la Compañía de Jesús, para su posterior traslado a las colonias americanas y en concreto los llanos de Moxos. Allí participa en la producción de la Quinina, en su depuración y en la demostración de su gran utilidad, en especial a los tozudos ingleses que crearon una negativa leyenda sobre su uso y utilidad. Consigue el jesuita Carrera recomendar su uso para la Condesa de Chinchón que fue diagnosticada de unas malarias y que gracias a su uso curo la chinchona, rompiendo el aislamiento del producto y consiguiendo publicar con gran éxito un libelo sobre sus enormes ventajas y eficacia de la más tarde conocida como Quinina.
Pero toda esta historia quedo apagada y desdibujada por la ley del silencio que hizo desaparecer toda la información sobre los científicos del seminario del Loreto, perteneciente a los Jesuitas, con los informes sobre los beneficios de la corteza del quino y su aplicación en el tratamiento de las jodidas fiebres. Así quedó un silencio impuesto sobre las propiedades de este aún genial producto y de los científicos que lo desarrollaron, desapareciendo el quizás primer médico jesuita que confió en la sabiduría de los pueblos que poblaban las Américas.
INDALESIO