Llevaba una agenda desde hacia varios días, me gustó
su formato y el elástico que le sujetaba. Venía en una funda de
celofán que retiré sin dificultad. Las hojas venían rayadas con
veinticinco lineas horizontales. Pasé las páginas sujetándole con
el dedo gordo, tenía buen tacto. Cuando aboné su importe me llamó
la atención su elevado precio, cinco dineros. Pero era un capricho y
ya se sabe no mires su valor porque servía como elemento de
divertimento. Recuerdo que días de después de la adquisición la
volví a encontrar, estaba sobre la mesa de trabajo, y parecía
abandonada. Bueno parecía no, yo le había abandonado porque
ignoraba para que usarla. Me senté en la butaca y la miré con cara
de interrogación, quizás me sirva para anotar ideas. No parece
desacertado, pero como siempre tendré que poner una disciplina o
mejor una rutina. Cada día anotar una o varias ideas para escribir
relatos. ¿Y cuando no tenga ideas? ¿Que escribo? Metí el lápiz en
la boca y medité, bueno escribiré solo cuando tengas ideas
brillantes, y para no olvidarle lo llevaré siempre encima. Lo acoplé
en el bolsillo lateral de la chaqueta y se sujetaba bastante bien,
aunque tiraba por su peso y despegaba el bolsillo, algo que no me
gustaba, pero abandoné la idea de cambiarle a otro departamento de
la chaqueta, era el más adecuado. Diez días después, saqué la
libreta del bolsillo y recordé que tenía que usarla, pero no había
tenido ideas brillantes, solo ideas vulgares, ¿pero cuales son las
ideas brillantes, las que me gustan a mi o la que les gustan a los
lectores? Pues en un principio decidí que serian las ideas que
publico en las hojas dominicales del periódico, aunque son crónicas
de la vida en la ciudad y no tiene interés recordarla, porque es
conocimiento adquirido y no olvidado. Por esas crónicas recibí el
título de escribidor humanista, algo que me da poco interés porque
no tienen nada de creativo, pero me ayuda a la economía de la
familia. Volviendo a la libreta, medité cual podía ser su uso y
decidí anotar los guiones de las novelas pendiente de escribir. Lo
de pendiente me deja confuso, pero bueno no puedo seguir mareando la
perdiz, lo dedicaré a esos menesteres. Así, anoto el nombre del
protagonista, aunque no lo he decidido, pero como primera idea le
pondré Indalesio, eso parece un buen nombre, pero sin “S” Cuando
lo corrijo vuelve a saltar el corrector y pone Indalesio con “s”
lo intento varias veces y siempre salta. Miro en el diccionario del
RAE y nada, pone Indalesio con “s” pues confundido anotó en la
libreta el nombre y horror no lo escribe. Miro la punta del lapicero
y está correcto, la mina asoma por la punta. ¿Entonces porque no
pinta? Lo intento varias veces y nada, miro si acaso la mina se
desliza por el lapicero, pero de escribir nada. Entonces me doy
cuenta que el problema esta en el papel. El papel esta encerado y
raya la punta, pero no se ve nada escrito solo el surco que deja
sobre el papel. Miro con displicencia la jodida libreta y entonces
recuerdo que le había comprado en una tienda de chinos y ya se sabe,
no sirven para nada. Lo lance a la papelera y entró a la primera.
Quizás el único acierto que he tenido con la puñetera libreta .
INDALESIO 09/10/2016
Sé de lo que hablas...
ResponderEliminar