jueves, 19 de noviembre de 2015


DECADENCIA

Vuelven a dejarlos debajo de sus camas sin más protección que el silencio con el que los recibieron, sin más defensa que su fragilidad, sin más abrigo que el que guardan sus pensamientos. Compañeros de viaje para la vigilia cansina del último alivio del día, son la retaguardia de la esperanza. Están acostumbrados a los bostezos y a los abandonos sin protestar ni exigir. Se entregan confiados para ser cobijo del placer perecedero de cada día a sabiendas de que también los echarán de la cama como amantes de agotados encantos.

POR PRECAUCIÓN

Vuelven a dejarlos debajo de sus camas arrugados en posturas indecorosas. Durante la cabalgada gozosa han sentido el roce insistente de la gruta húmeda y la tirantez del esfuerzo redentor. Sin emitir queja alguna han hecho su trabajo defensivo evitando el contacto de millones de enemigos redundantes. En los últimos embates donde se juegan su prestigio aguzan el oído para escuchar el jadeo con el que llega la catarata espumosa tras la que saben que serán abandonados.

EL SUEÑO DE ORIENTE

Vuelven a dejarlos debajo de sus camas hechizados por la tenacidad del mordisco y la laboriosidad del hilado. Los vieron crecer desde que las cuentas guardadas hacía un año en la caja de zapatos empezaron a florecer. Ni un día dejaron de cambiar el lecho reseco por hoja fresca. Siguieron su engorde de morcillas blancas con cabeza ridícula espiando cómo se perdían entre telarañas hasta que renacieron como mariposas que se buscaban con torpeza. Ahora tras la larga observación que los hipnotiza los abandonan a sus trabajos desconociendo que algún día también ellos cambiarán sin saber cómo.

NO ESCARMIENTAN


Vuelven a dejarlos debajo de sus camas bien empaquetados envueltos en papel de periódico, sujetos por cintas para que encajen como sillares del muro maestro de las catedrales. No podían suponer que eso de las comisiones fuera tan sencillo y diera tanto. El único inconveniente fue que como no se fiaban el uno del otro tuvieron que dormir juntos para evitar tentaciones. Por eso cuando entró la policía de madrugada asumieron el regodeo de los guardias que no esperaban encontrar a dos concejales de su ayuntamiento de aquella manera.


CIRANO.     Relatos para la SER

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