MICRORELATOS PARA LOS TIEMPOS DE ESPERA
Oigo el sonido del teléfono repiqueteando en el silencio de la siesta, abro los ojos e intento orientarme. Estoy tendido en el suelo de un salón, sobre una alfombra gorda y mullida, y tengo una almohada bajo mi cabeza. Sobre mi pecho esta caído y medio sujeto por mis dedos un libro que a buen seguro me encontraba leyendo, se llama Los Amigos y es una edición cuidada de editorial Pretextos.
Me levanto con urgencia y me dirijo al lugar donde se escucha el sonido del teléfono, es fuera del salón y persiste el soniquete habitual de estos cacharros. En verdad y debido a que estoy medio dormido me oriento mal, además no reconozco esta casa, me encuentro invitado por mi vecino que siendo amigo de mis padres me lleva para que haga compañía a sus hijos que son de mi misma edad.
Al fin encuentro el pasillo, donde esta colgado de la pared el dichoso aparato de comunicación, es de baquelita y tiene muy elevado el volumen del sonido. Me sitúo delante, le miro y lo descuelgo:
- Diga, por favor.
- Esta Ludovico.
- Ignoro si existe en esta casa alguien con ese nombre. Me podría dar más datos.
- ¿Pero quién es usted?
- Soy Indalecio, amigo de la familia.
- Ah, ya me han hablado de usted, le ruego que busque alguien responsable y que me pase con Ludovico.
- ¡Insinúa usted que yo no soy responsable!
- Oiga tengo algo de prisa, le ruego que cuelgue el teléfono y no responda cuando vuelva a llamar. Muchas gracias
Volví con parsimonia a mi improvisado lecho, mascullaba palabras de enfado por la estólida conversación que acababa de mantener con aquella mujer a través del estúpido teléfono. Me tendí sobre la calurosa alfombra y reposé mi cabeza sobre la almohada, levanté el libro y comencé a leer aquella historia de Los amigos. De fondo se escuchaba el repiqueteo infernal del aparato telefónico, seguro que sería preguntando por Ludovico. A los pocos minutos el libro calló sobre mi cara y comencé a soñar con uno de mis amigos, Ludovico.
3 de junio de 2007 INDALESIO
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