Los
escritores cuentan las cosas como si los hechos fueran un relato, pero la
realidad nunca es un relato, sino algo más amplio que lo que guarda la palabra,
porque tiene dimensiones que no se pueden expresar. En la realidad cuenta el dolor
invisible o el placer inexplicable que son mucho más que signos porque esconden
la individualidad. También son tiempo que no se deja atrapar ni empaquetar en
una frase. Las palabras están hechas para reproducir ideas o pensamientos y los
hechos ni son ideas ni son pensamientos y cuando se convierten en ideas y
pensamientos ya no son hechos, es pasado y el pasado tampoco es hechos. Por eso
no hay más literatura que la de ficción ni más historia que la de ficción
porque el recuerdo tampoco es hechos, ni la memoria, ni la fotografía o el
cine. Los hechos son ese río donde decía Heráclito que no puedes entrar dos
veces, los hechos son la vida y la vida vivida se puede imaginar pero no se
puede rehacer. Como toda narración es creación (no se puede entrar dos veces en
la misma idea) cada pensamiento brota como si fuera la primera vez. Hay cosas que no se olvidan, dicen los
sufridos, pero tampoco se puede volver a lo que no se olvida. Lo que fue ni se
olvida ni se revive. Se sufre cada vez con un dolor nuevo, renovado, más
alejado del hecho y más cerca del olvido. Si se apaga el amor que trabaja a
favor tuyo, también se puede serenar el dolor que te maltrata. Los relatos son
como hojas muertas que se hacen al viento creyendo que son mariposas.
CIRANO
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