No recuerdo cuando
comencé a mentir, bueno en realidad era muy joven, más aún, era un
niño pequeño. No recuerdo cual fue, quizás haciendo un esfuerzo,
diría que gateaba por un callejón de la casa donde vivía y me
introduje una colilla de cigarro, en la boca. Cuando mi madre me
sorprendió, saqué la pava de mi boca y la tiré, mientras negaba
con la cabeza y balbuceaba Ernesto, el nombre de mi hermano. Siendo
tan pequeño no podía mentir, según mi madre, por lo cual el
castigo lo recibió mi hermano. Me resultó simpático, solo tenía
que modificar el sentido de los hechos y me libraba del regaño, que
por cierto es lo que más odio. Si me pillan que me castiguen, pero
regañar no por favor.
Bueno me fui
acostumbrando a la mentira, y ha usarla con frecuencia. Por ejemplo,
cuando inicié mi periplo estudiantil, después de párvulos, me
inventé una familia que no tenía nada que ver con la mía, a veces
exageraba tanto que tenía que corregirlo sobre la marcha porque eran
auténticas locuras. Y las lanzaba incluso delante de los profesores
y curas lectivos, que me miraban con sorpresa porque sacaba del mapa
las posiciones terrenales de mi padre, algo que resultaba goloso para
los ávidos curas.
Como consecuencia empecé
a cuidar el refinamiento y la oportunidad de la mentira, eran hechos
y secuencias que con dificultad se pudiera desmontar para no verme
metido en mayores líos.
Después, en la época de
las chicas, pasé de la mentira ostentosa a la exageración
cuidadosa, me creé un currículum magnifico y muy atractivo, que
ninguna chica se atrevería a rechazar, a pesar de lo cual no era muy
famoso entre ellas, y tuve que agregar otras lindezas que sedujeran
añadidos con mis virtudes. Según mis principales mentiras, había
sido novio de cantidad de chicas con las que había intimado en
demasía, pero con total privacidad.
Cuando fundé una
familia, no tuve hijos, lo achaque a trastornos de mi mujer, aunque
con toda certeza sabíamos que yo era impotente.
Pero no duró siempre,
muy cercano a los setenta años descubrí que era una bajeza tanta
mentira, ya que olvidaba hechos falsos, y cuando volvía a
describirlos eran de otra catadura y forma y me llamaban la atención.
Y en más de una ocasión me había hecho parecer un beocio.
Ahora, cercana ya la
desaparición de mi persona he reflexionado sobre el uso de la
mentira,tanto que me he quedado, no solo sorprendido sino expectante,
ante la sarta de inexactitudes, por lo cual he decidido corregirla,
aunque sea bastante tarde para modificar la mendacidad.
Me he asomado al mundo
que viven los demás, para tomar referencias, y he quedado tan
sorprendido de que esté extendido el uso de la falsedad , y tomé
la determinación de mandar tomar viento fresco ese delicado
puritanismo, porque lo que yo soy es un tipo legal usando la verdad,
perdón mi verdad.
INDALESIO Marzo 2015
G
ResponderEliminarCon ese currículo cuentista tenías que ser digno asesor del máximo dirigente del partido que más ha mentido para gobernar , así que puedes ampliar tus conocimientos troleros para igualar al embaucador que ha engañado con sus mentiras a una parte ignorante de un país que a base de hipócritas charlatanes siempre se ha visto envuelto en las mayores de las miserias económicas y culturales. Lo mejor de tus mentiras amigo Indalesio es la de embaucador de niñas pijas en el intento de cobrarse alguna víctima más de las frustraciones sexuales religiosas. Al final siempre quedaba el amor propio como respuestas a las mentiras fantasiosas. Saludos MANUEL RUIZ
ResponderEliminar