Llevo meses jubilado,
nada enturbia mi situación, solo que desde hace unas semanas me
siento profundamente triste. Por colocar mis sentimientos diré que
jamás me he sentido triste, mi situación personal es buena tanto
social como económicamente, y que nada me afecta para sentirme mal,
aunque siempre tengo una pequeña tendencia a cultivar el sentimiento
trágico de la vida. Algunos amigos me avisaron de que escribía
hechos tristes y demasiado dramáticos y tanto presionaron que
intente cambiar esa tendencia. Me encontraba incomodo, pero trabajé
duro y algo pareció corregirlo, hasta que progresivamente me deslicé
a los tiempos en positivos y optimistas. Pero sinceramente no me
gustaban los relatos, me parecían banales y vulgares e incluso perdí
interés en lo que escribo, así que fui poco a poco abandonando la
escritura y me dejé crecer la barba.
Me miraba al espejo y fui
notando unas ojeras intensas y de color oscuro, los ojos glaucos y la
piel con descamación seborreica que no mejoraba con la limpieza. No
le dí demasiada importancia hasta que comencé a sentir un severo
estreñimiento, jamás había ocurrido en mis hábitos las
dificultades en mi tubo digestivo, pero aquello parecía serio porque
a duras penas se corregía con laxantes y con fibras y comencé a
sentir preocupación.
Como todo buen ciudadano
tengo una hermana conocedora de problemas sanitarios, le llamé y le
conté algunos de mis síntomas, sin dudar me recomendó hábitos
alimenticios y una sustancia para la limpieza de los intestinos.
Aquello no mejoraba y cada día me sentía más constipado y con
mayores dificultades, así que decidí tomar una determinación, o me
ponía en manos de un médico a pesar de la pereza que me daba, o
bien acababa con mi existencia por el camino más corto. Recordé las
recomendaciones de los amigos que me aconsejaban no tomar decisiones
vitales demasiado exigentes y dramáticas, pero estaba cansado y
asustado con ese tema y quería acabar con aquella situación, así
que tenía que tomar una decisión, ya.
Evidentemente no tomé la
decisión más trágica porque sino no estaría contándolo, fui al
médico que tardó en recibirme una semana, me pidió unas pruebas
clínicas que tardaron otras dos semanas y cuando las miró ya me
encontraba profundamente asustado y daba por hecho que lo mio solo
tendría solución quirúrgica. Pero no, nada me había atacado, solo
un colón espasmódico por un cuadro compatible con una alteración
depresiva de origen no filiado. Salí de la consulta desconcertado y
algo más reconfortado sujetando las pastillas de los nervios, pero
sabía que aquello solo era el principio de una larga cadena de
malas presencias clínicas, porque ya he cumplido los setenta años.
INDALESIO Octubre 2015
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