Hace años me propuse escribir recuerdos de mi infancia y centrarme en especial en los juguetes que usábamos para nuestra solaz y diversión. Bien es verdad que no me propuse hacerlo en el modo de memoria, ya que esos escritos solo tenían la finalidad de traer a la primera fila mis recuerdos y divertirme, y para nada publicarlo, aunque en verdad en aquellos entonces pensaba que enseñar los escritos era un gesto fácil y mucho más natural de lo que después me encontré, así que los ratos libres que me dejaba la medicina, buscaba la forma de encontrar un par de horas que me permitiera compaginar el trabajo, mis hijas y los escritos de un modesto escribidor. Un año y medio después había rellenado más de doscientas cincuentas paginas de ordenador. Como siempre me ha pasado, me vino otra idea y me puse a recrearla, abandonando los juguetes de mi infancia para mejor ocasión. Por supuesto que el nuevo proyecto literario, también iba de escribir y trataba sobre mi vida en la ciudad de París que con bastante entusiasmo viví durante un año, eso si alternando con la medicina para poder costearme la vida y sus circunstancias. Horror, tuve la estúpida desgracia de romper el ordenador y perder todos los escritos sobre mi infancia jugando con mi capacidad creativa de juguetes. Para colmo me atacó un virus y me encriptó la novela de PARIS, POR NECESIDAD. Así que me quedé limpio de papeles y solo con unos bosquejos de relatos cortos, la novela de París no se pudo desencriptar porque cada vez que lo intentaba aparecía un cartel pidiéndome un rescate de trescientos euros, escritos en castellano y ruso. Me quedé pelado de mis aburridas letras, y solo quedó la carcasa y tripas del ordenador que lo coloqué en la repisa de los libros para que al menos fuera testigo de mi abandono. Juro en verdad que intenté reproducir aquellos textos, pero por más que lo intentaba el producto era bastante vulgar y además había grandes lagunas sobre el lenguaje técnico de los juguetes, que no recordaba o lo que no recordaba era falso según los manuales de construcción. He confirmado con mis hermanos que había dos juguetes que me entusiasmaban, un carillo corto de madera pulida con una cruceta metálica y dos mangos, en el centro iba sujeto por un perno metálico. Dos cojinetes metálicos en el tren trasero y uno más ancho y con bolas me permitía deslizarme desde mi casa que estaba en un alto del Monte de Sancha por una cuesta empinada llena de curvas que las negociaba con mucha soltura y disposición, lo cual no me evitó que me estrellara contra la pared de la curva más cerrada,casa de los Olmedos quedando conmocionado durante unos minutos. El otro juguete era un coche Renault 4 cv que cargaba su energía marcha atrás y salia disparado cuando lo soltaba, con ellos he pasado horas haciendo carreras imaginarias y reponiendo los desperfecto. Quizás algún día lo recupere, o mejor que entre en mi memoria.
INDALESIO .
Buena memoria compañero Indalesio. Y también buena vida que en aquellos momentos eran más difíciles que ahora. Saludos y que nos sigas alegrando con tus ocurrencias juveniles. Y una frase final que renemos que seguir abanderando SALUD Y TERCERA REPUBLICA .
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Guillermo.
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