Dedico algunas horas de
cada día al pensamiento, unas veces al pensamiento profundo y otras
al cotidiano superficial, y así con metodología organizo las
actividades que realizaré. Pienso lo que voy a leer, en lo que voy a
escribir y en la música que escucharé. Si me siento satisfecho me
lanzó y procuro cumplir el programa, si lo incumplo duermo mal.
El otro día me asaltó
en mi castigada mente algunos datos de mi biología, decidí dedicar
el día a organizar el presente y el futuro de mi estado de salud.
Repasé mi estado físico, varón añoso sin enfermedad conocida y
sin limitación física alguna, salvo las propias de la edad. Alto
¿cuáles son las propias de la edad?, pues depende de cual sea el
nivel de actividad. Bueno yo creo que mi nivel sin ser de lo mejor,
no es malo, puedo caminar durante cinco horas sin perder el resuello
y sin parar. Bien es verdad que camino mal, no mantengo una armonía
y equilibrio en la marcha, pero aunque vaya haciendo eses no creo que
sea trascendente para mi estado de salud. Quizás se debe a mis
antecedentes familiares de alteraciones neurológicas, tanto en la
marcha como en el trastorno del equilibrio, mi abuelo murió con una
sensación de angustia por vértigo ajeno y también porque sufría
anósmia y no olió un escape de gas.
Vale, en un primer repaso
se puede afirmar sin miedo a equivocarse, que en la actualidad mi
estado de salud es bueno y mis estadios de vida también.
Ahora queda el análisis
de lo que sera mi futuro. Sabemos que somos finitos y que la vida
media de los varones es ochenta y tres años, osea que me queda como
mucho quince años de vida. Durante estos quince años me gustaría
que mi calidad de vida fuera la mejor posible, porque sobre todo no
dispongo de recursos para recibir ayuda ajena que es costosa, puedo
como mucho buscar una mujer que disponga de recursos económicos y
que me ayude a costear mis necesidades, pero eso lo veo difícil
porque las mujeres son muy suyas y demasiado egoístas.
Así que me enfrento a un
porvenir desconocido y difícil, lleno de luces y sombras, y a la
incertidumbre de que el desenlace final sea más difícil de lo
previsto. No se me ocurre nada bueno, todo es muy farragoso y triste,
pero decido que debo meditar que postura tomar y así decidir.
Me levanto de la mesa de
trabajo para cambiar la música y me doy cuenta que no puedo
incorporarme, que las piernas no me sostienen y que a una velocidad
pasmosa mi piel se va arrugando y secando, quiero apoyarme en los
laterales de la butaca pero no tengo nada que apoyar, ahora en vez de
mis brazos son una patas peludas y con pinchos. Ruedo sobre mi y
caigo al suelo que sabiendo que esta frío, no lo percibo. No puedo
ponerme en pie , no dan las patas para elevarme, entonces escuchó la
voz de mi mujer que me llama y me asusto, si me descubre así como
Gregorio seguro que después de formar un escándalo termina por
colocar su zapatilla sobre mi cuerpo y aplastarme. Giro y me pongo de
lado, pero abulto mucho, así que decido desplazarme hacia el balcón,
me escondo tras la cortina y cuando ella entra, como siempre abre el
cierro protestando por el olor, que yo no percibo, aprovecho para
deslizarme hacia la ventana central y mientras escuchó los gritos
con mi nombre, miro en dirección a la calle y me dejo caer, no puedo
soportar la idea de sentir vértigo.
INDALESIO Febrero 2016
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